viernes, 30 de noviembre de 2012

LITERATURA EN LA CÁRCEL

Por María Jesús Mayoral Roche

Segunda Parte

 

         El primer día que me presenté en la prisión como monitora de literatura el funcionario se quedó estupefacto: “¿Literatura aquí, en la cárcel?” Su sorpresa fue mayor al comprobar que los presos  me estaban esperando.
         Reconozco que soy la persona menos indicada para hablar de mi experiencia literaria en la cárcel y que sería mucho más interesante la opinión de mis alumnos. Pero los que conocemos el mundo penitenciario sabemos que esa posibilidad ni se plantea: la palabra de un preso no vale nada. Cuando una persona entra en la cárcel lo pierde todo, principalmente su credibilidad. Es triste pero es así. Con esto no pretendo hacer un alegato en favor de los presos, pues las víctimas siempre han estado presentes en mi pensamiento y en el espíritu del taller. 
Por eso creo que ha llegado el momento de dejar a un lado el pudor y  sacar a la luz algunas de las cartas que mis alumnos me escribieron; cartas que me llenan de satisfacción y que no dejan de emocionarme cuando las releo. La tinta y el papel son los mejores testigos a la hora de dejar patente el sentimiento y el ánimo del que escribe. La primera carta corresponde a un hombre que ignoraba completamente lo que era la literatura; me la entregó cuando fue puesto en libertad. Las transcribo literalmente omitiendo algunos párrafos que no vienen al caso.
            Hoy he estado recogiendo todas las fotos y cada una tiene algo especial. He pasado aquí ratos buenos y ratos verdaderamente malos, sólo lo saben las cuatro paredes que me rodearon en las cuales voy a dejar parte de mi vida: recuerdos, pensamientos, llantos, rabia, dolor, alegrías, en fin, un poco de todo. Pero aquí, además de otras muchas cosas, he aprendido a vivir, solamente vivir, estés donde estés. Y eso lo he aprendido en tu clase de literatura, cuando me soltaste una de las tuyas: “¡Qué poco aprecias la vida!”  Y esa misma noche dejándome llevar de mis muchos pensamientos que rondaban mi cabeza se paró en tu expresión y quiero decirte, querida amiga, que a partir de esa parada empecé a reflexionar y tienes razón. Debes vivir, sea donde sea, bien o mal […]
            Te agradezco lo mucho que he aprendido y me has enseñado. Me he dado cuenta que para entender muchas veces la vida hace falta la literatura, ya que creo que nos identificamos con cada obra que leemos o en una parte de esa obra nos vemos a nosotros mismos, es como estar delante de un espejo. […]
           
La carta que sigue fue escrita en una celda de castigo.

            Estimada profe:
                        Todavía con la frustración pegada a mis sentidos, por no haber podido acudir a tu siempre “excelsa” clase de literatura, me dispongo a demostrarte, desde este agujero infecto y patético (que es aislamiento), el seguimiento de la lectura del Gatopardo:
            “Desde el fondo del sendero principal que descendía lento entre los altos setos de laurel encortinando anónimos bustos de diosas desnarigadas…” (Pág. 114)
            Te confieso, Mª Jesús, que de nuevo me he quedado prendado de tanta belleza contenida en esta magistral obra de Lampedusa. Me refiero a que ya me ocurrió lo mismo, salvando las distancias, con Oscar Wilde. Gracias, profe.
Pero sin duda, tenías razón al señalar el último capítulo como algo especial. La tragedia de este hombre, sabedor de su suerte, consciente de su momento, al igual que su familia, sencillamente me ha fascinado:
            “Comprendió al punto, se trataba del sacerdote. Por un momento tuvo la idea de rechazarlo, de mentir, de ponerse a gritar que estaba muy bien, que no necesitaba nada. Pero enseguida se dio cuenta del ridículo de sus intenciones: era el príncipe de Salina...” (Pág. 323)
            Qué decir de tanta magnificencia, que se puede añadir a tanto empaque y dignidad hasta el final. Su final. Nobleza obliga, quizás. Descansa en paz ancestro de príncipes.
            Espero, con renovadas energías, poder acudir el próximo jueves a clase. Te pido, con moderada insistencia, reclames mi presencia, si no es demasiada molestia. Gracias, Mª Jesús. Atentamente.

La carta que viene a continuación me la escribió uno de mis mejores alumnos, me la entregó cuando supo que iba a ser trasladado a otro Centro Penitenciario.                      
            Hola, María Jesús:
            El motivo de este escrito no es otro que despedirme de ti. Posiblemente no nos veamos más, en cuyo caso quiero que sepas que siempre recordaré tus clases, también tu manera de estar con nosotros, tu tolerancia y tu respeto hacia nuestro colectivo.
            Siempre veré en ti el hilo conductor de mi vida a través de los libros. Me enseñaste cosas que no sabía, me enseñaste a entender lo que leemos, me abriste la primera puerta. Oscar Wilde significa para mí mucho más que su propia obra. Margarite Duras ha cambiado mi vida. Me has enseñado a entender la lectura. Gracias Chús.    […]
            Para finalizar, quizás poco importa, pero discúlpame si mi condena es por cometer un error muy grave: le pegué y me ensañé con una persona que me estafó mi dinero y mi buena fe, nada más y nada menos. Te pido disculpas porque también me has hecho ver en ti a la sociedad. Gracias Chús.
            Recibe mi más respetuoso saludo y mi entrañable abrazo. Tu alumno, que era un enamorado del arte, ahora lo es también de la lectura gracias a mi profe.
             
             Estas cartas son la mejor recompensa a mi labor, que dicho sea de paso fue todo un reto, pues ellos se empeñaban en leer a toda costa a esa pléyade que se harta de soltar tacos en sus columnas semanales. Me negué rotundamente a ello y eso me suponía una trifulca cada vez que cambiábamos de escritor. La lectura de “La familia de Pascual Duarte” también costó lo suyo, pues no tragaban a Camilo José Cela desde que se le ocurrió decir que los viejos en España eran unos vagos que sólo pensaban en viajar con el INSERSO y que él todavía no se había jubilado. Llegados a este extremo, mi espíritu diletante no pudo soportar tanta presión y decidí zanjar el asunto pegando un puñetazo en la mesa y soltando dos vehementes vivas a la Guardia Civil, que es la peor blasfemia que se pueda decir en una cárcel. Confieso que aquella salida de yegua jerezana dejó estólido al personal. Viendo el lado cómico de la situación aproveché para hacer hincapié en lo mío: “En mi taller sólo leerá Literatura, Literatura, Literatura”. A lo que ellos respondieron: “Tampoco es para ponerse así, mujer”. Leyeron “La familia Pascual Duarte y quedaron gratamente sorprendidos de la obra de don Camilo; aunque siguieron opinando lo mismo de él. Pero como me gusta el más difícil todavía, se me ocurrió que “El Principito” sería una buena lectura en mi taller. ¿Se pueden imaginar la cara de quince hombres encarcelados ante mi propuesta de leer un cuento? Este libro les cautivó, aunque en su caso sería mejor decir que les liberó. Lo leyeron en el taller, lo releyeron por su cuenta en la celda y lo recomendaron a parientes, novias y amigos.
            Por eso, ahora que la producción editorial ha descubierto que vender las miserias de la farándula resulta mucho más rentable que la buena literatura y que Ángeles, Demonios, Catones, Códigos Da Vinci y demás narrativas mediocres disparan las ventas, me tranquiliza saber que mis alumnos aprendieron a distinguir entre superventas engañabobos y LITERATURA.

jueves, 29 de noviembre de 2012


MIÉRCOLES DE CINE
Por María Jesús Mayoral Roche


 
Género: Drama .
Director: Paolo Taviani, Vittorio Taviani
Intérpretes: Antonio Frasca, Cosimo Rega, Giovanni Arcuri, Juan Dario Bonetti, Salvatore Striano y Vittorio Parrella.
Nacionalidad: Italia.
Duración: 76 min.
Fecha de estreno: 23 / 11 / 2012.
Productora: Rai Cinema, Kaos Cinematografica, Le Talee, La Ribalta.
Guionista: Paolo Taviani, Vittorio Taviani, Fabio Cavalli.
Fotografía. Simone Zampagni.
Distribuidora: Golem.
Música: Giuliano Taviani, Carmelo Travia.
No puedo ser imparcial: cualquier obra de Shakespeare en cualquier versión es digna de ser vista. Esta vez el Julio César del famoso dramaturgo está puesta en escena por un grupo de presos que sufren condena en una prisión italiana de máxima seguridad. ¿Los delitos? Tráfico de drogas, homicidios, acumulación de delitos y por supuesto, crimen organizado. Si tengo que valorar esta película, tendría que ponerle una puntuación alta; pero reconozco que no es una película para el gran público, sino para una minoría. Para esa minoría que venera a Shakespeare, para esa minoría que ama el teatro y no exige decorados, para esa minoría que aprecia el trabajo del actor que se deja la piel en el escenario. Por todo esto, merece ser vista esta película. A mí me ha recordado los antiguos y famosos Estudio 1. A este Julio César -versión hecha por los Taviani- no le falta nada, no se han dejado nada: ni siquiera el famoso anacronismo del reloj dando las horas.

No, no puedo ser imparcial porque me he sentido identificada en la historia. Yo también mantuve un pequeño teatro en un centro penitenciario y debo reconocer que la película muestra el tema tal y como es en la realidad. Digo esto porque cuando se toca el tema penitenciario los tintes carcelarios se extralimitan; bien por exceso o por defecto. Los presos, ahora llamados internos, se muestran receptivos a este tipo de actividades. El monitor tiene un papel importante, pero en la sombra. Hay que dejarles hacer, no interferir en sus asuntos, sugerirles, aconsejarles, comprenderles. Esto último también es muy importante, para ellos todos los días no son iguales. El encierro hace todos los días iguales; pero ellos han perdido el contacto con el exterior y la vida continua fuera, y esto es sufrimiento. El abogado que llega con malas noticias sobre su proceso es sufrimiento; las visitas de la familia, los locutorios, los vis a vis son causa de alegría y de dolor. Por eso el papel del monitor es el de saber estar expectante y ellos agradecen ese respeto, ese no interferir y ayudar. Esa ayuda es fácil, muy fácil. Basta con estar ellos, llevarles algún entretemiento útil y hacerles ver las cosas desde otro punto de vista. Y en esas circunstancias el preso, después de haber perdido todo, principalmente su credibilidad, se siente persona. Los más sensibles se acercarán al mundo de la cultura y serán conscientes de que el mundo no se compone sólo de bajos fondos; sino que hay algo que desconocían y que les aporta luz en el camino. Para unos será arte, para otros literatura, para otros un simple entretenimiento.
Anadir por último, que el señor que se sentó delante de mí cuando terminó la película dijo: En mi vida he visto otro tochazo igual. Yo sólo puedo decir que es una nueva versión del Julio César de Shakespeare y que me ha tocado la moral: combinar Shakespeare con el tema penitenciario es un proyecto difícil y que salga perfecto es una heroicidad.
                                                                                                                          

martes, 27 de noviembre de 2012


En la Trasnochada
Por María Jesús Mayoral Roche


En Villamayor de Gállego, 27 de noviembre de 2012



Incivilizados y civilizaciones
 
Collar Púnico (Museo Arqueológico de Cagliari)
En esta trasnochada, después de oír las noticias y saber cómo se van desarrollando las investigaciones sobre el caso Madrid Arena, me viene al pensamiento la barbarie de algunas civilizaciones. Cuando leemos ciertas costumbres o vemos reportajes sobre los sacrificios de vidas humanas que se hacían en la antigüedad para saciar la ira de aquellos dioses iracundos y sanguinarios, nos escandalizamos de que aquellos hombres pudieran cometer semejantes atrocidades. Sin embargo en este momento contemplo con el mismo horror y espanto que las cosas no han cambiado tanto, me estoy refiriendo al trágico suceso del Madrid Arena. ¿El dios de la fiesta? Pues tal y como lo adoraban, gritaban, levantaban los brazos; bien podría tratarse de Steve Aoki o Halloween. ¿Y los que convirtieron el Madrid Arena en un altar propicio a los sacrificios quiénes fueron…? Este es un símil, una imagen actualizada de la antigüedad, que me viene al pensamiento después de haber visto las imágenes que la televisión nos ha pasado repetidas veces.  A estas alturas todavía no saben a quién imputar o echar la culpa de las cuatro muertes por aplastamiento que tuvieron lugar con motivo de la fiesta de Halloween. Esto no es una novedad, mucha comisión de investigación, mucho barullo, peticiones de dimisión y al final nada de nada. Sí, ha habido algunos ceses, pero me pregunto si los cesados son los verdaderos culpables. En este país, más que una norma general, es ya una costumbre echar balones fuera y eximirse de cualquier responsabilidad en caso de muertes inesperadas por negligencia; negligencia, política, naturalmente.
Yo no voy a meterme en asuntos políticos, no es el caso de esta trasnochada. A mí me da por preguntarme qué hacían en aquella fiesta, a esas horas de la noche, menores de edad con bebidas alcohólicas y quiénes les dejaron entrar. Me gustaría saber quién organizó un botellón en las inmediaciones del Madrid Arena y quién lo consintió. Pienso también qué pintaba allí la Policía Municipal sin hacer nada viendo lo que todos hemos visto en las imágenes que nos ha servido la televisión…  Lo que me queda claro a estas alturas, visto lo visto, es que nadie es culpable de nada y que las cuatro jóvenes que murieron por aplastamiento tuvieron mala suerte y nada más. Eso es lo que han intentado hacernos ver. A consecuencia de este suceso se suspenderán todas las macrofiestas y dentro de unos meses, cuando todo haya pasado y hasta olvidado, se volverán a realizar sin mayor problema y sin ningún escrúpulo, porque ya nadie hablará de estas cuatro muertes. ¿No es así?
También me gustaría saber por qué se protege y preserva tanto al menor para luego dejarlo a su suerte, es decir, dejarlo actuar a sus anchas y encima sin responsabilidad. ¿Y los padres? Esos padres que tanto exigen a los profesores… Esos padres que tanto defienden a sus hijos incluso cuando no tienen la razón… Qué pasa, ¿se trata quizá de dar toda libertad del mundo a los menores a cambio de no exigirles ninguna responsabilidad?
En esta trasnochada también pienso en los antiguos recaudadores de impuestos cuando se presentaban en las plazas públicas para realizar los cobros, tal y como lo muestran en las películas. También recuerdo las diferentes formas de cobrarlos. Tampoco han cambiado mucho las cosas a este respecto. Ahora el que debe al banco, porque no puede pagar la hipoteca de su casa, también sufre la ira de banqueros e instituciones. Al final, se han tenido que plantar los jueces porque no pueden soportar moralmente la ejecución de un desahucio y ver en vivo y en directo el suicidio del desahuciado. Estamos viviendo y viendo escenas espeluznantes. ¿Seremos capaces reaccionar?
 

domingo, 25 de noviembre de 2012


CRÓNICA MARIANA II
Por Azulenca


Van a cumplir un año los Populares en el poder y sin vender una escoba. Fue una victoria electoral al estilo de Mariano: maduro, maduro que te caigas de culo… y así seguimos los españoles, de culo. La vicepresidenta diminuta y única, también ha cumplido un año como madre. Sor Aya Sáenz de Santamaría madre del niño Iván, su retoño, niño que vino al mundo -lejos de traer un pan debajo del brazo-  con una tijera y con un fardo de colocaciones para los amigos de sus papis; de mayor, Iván jugará a los recortables, como su mamá.  
Haré un breve repaso ministerial. El elfo económico, el “Supertacañón” Montoro de Hacienda ha subido los impuestos sin conocimiento, ha recortado las pagas a los funcionarios, hace todo por la cuenta la vieja y claro, no le salen los números. Fátima de Trabajo o Ministra del Paro en Aumento,  se ha “zumbao” una reforma laboral que gracias a ella se echa al paro más y mejor y el empleo resulta inalcanzable: no hay, no existe. Nefertiti, Ana Mato de Sanidad y de Asuntos Sociales. Bueno, creo que deberíamos llamarla Mato la Sanidad. Eso de pagar medicamentos y decir que lo hacen con efecto disuasorio me parece un morro. Lo verdaderamente disuasorio sería dar a final de año una gratificación a los que no consuman medicamentos: eso sí que disuade. Poner una tasa sanitaria disuasoria es una manera muy fina de llamarlo, pero no deja de ser una forma de joder al personal, más a los pensionistas. El ministro de las cejas nevadas y antiguo faraón de Madrid, Gallardón, este acaba de terminar con el único derecho de pataleta que nos quedaba. El ¡eso es denunciable! acaba de pasar a la historia con la nueva ley de tasas judiciales. Luego está el ministro bombilla con los filamentos fundidos y con apellido de inventor, Wert; éste no sólo recorta sino que encima se pone gallito. Las formas, las formas son importantes: hay que tener correa a falta de dinero. Luego está el barítono de Interior, Jorge Fdez. Díaz. Yo a estas alturas no sé de qué va. Después de la Operación Mandarín, perdón, Emperador, aquella redada de chinos espectacular, pues ahora resulta que todo se ha quedado en agua de borrajas gracias a un error judicial. ¡Raro, raro, raro! Luego está este hombre con pinta del renacimiento, Margallo, que bueno va haciendo alguna cosa en Exteriores cuando no mete la pata. Y también está el desaparecido que no sólo moja sino que además nos traspasa todos los meses, me refiero al ministro Soria, el que nos manda un saluda en euros todos los meses en el recibo de la luz. ¿Y el siciliano?, de Guindos. Digo siciliano porque cuando se pone a maniobrar en Europa, se calza el traje de raya diplomática y echa a hablar en inglés y parece imponer; pero no se jala un rosco, no nos trae dinero. Me quedan por repasar a Cañete, Pastor y Morenés; pero estos de momento no han tenido todavía una actuación estelar. Ya veremos cómo se presenta el 2013.
Yo con toda esta cuadrilla ministerial haría una baraja.  A Montoro lo pondría de as de oros. De Guindos estaría bien de rey de oros. A Fátima, de sota de bastos; pero le sustituiría el basto por un rodillo de cocina, le pega más. A Gallardón lo pondría de bastillo. A Wert de caballo de bastos; pero le cambiaria el caballo por el burro, le va más. A Sor Aya, vicepresidenta por la gracia mariana, la pondría de comodín de la baraja.  Bueno… y así sucesivamente. Perdón, me dejaba a Mariano. Pues al Presidente lo pondría de as de espadas; pero en lugar de poner esa espada tan fina y elegante, la cambiaría por un hacha. Mariano va a tajo.
Elecciones Catalanas. Se me está ocurriendo que, como tenemos un gobierno con un añito cumplido en el poder y que lejos de mejorar la situación y de cumplir su programa lectoral, pues eso, estamos peor. Por otra parte como esta Navidad el cava catalán lo va a pasar mal, lo digo por la guerra del cava. Pues yo le recomendaría a ese señor que se gasta tanto dinero en el anuncio de sus famosas burbujas, le aconsejaría que contratara a todo el gobierno en pleno para hacer el anuncio de las burbujas. ¡A qué estaría bien! ¿Se lo imaginan? Estaría bien ver a Mariano de burbujo...
Y lo peor no son los tajos, los recortes, el aumento del paro, la subida de los impuestos… Lo peor es que la clase política no se quita de nada, sigue viviendo opíparamente, sin control. Es más, no hay control del gasto, sólo controlan el gasto de los pobres: recetas, tasas universitarias, enseñanza, sanidad… Mucha reforma, mucho recorte; pero siguen manteniendo esos pesebres políticos que lejos de gestionar ocasionan gasto, siguen manteniendo esos asesores a gogó que no sirven para nada. Tenemos un gobierno de cardos y espinas.

viernes, 23 de noviembre de 2012


Un peatón cualquiera en un semáforo cualquiera

 
¡Qué emoción ver el tranvía en acción! Y los voluntarios del Ayuntamiento, los pobres, echando jornales gratis. ¡Hombre, matarse no se matan! Ahí están, formando corrinches de cháchara en las marquesinas y de miranda. Es bonito este sistema de disfrutar e informar. ¡Ni loco echaría yo un jornal gratis al Ayuntamiento de Zaragoza! Te hinchan a impuestos, te fríen a multas y encima echar jornales. Y luego, digo yo, ¿no les podrían cambiar la indumentaria a estos voluntarios que van por las calles adelante? Esa gorrita visera blanca en otoño… En fin, no hay dinero, ya lo sé. Pero es que verlos induce a la duda, no se saben si son vendedores de refrescos, repartidores de periódicos, recogedores de pelotas… Con esos chalequicos, en fin… Que los dignifiquen un poco. ¡No sé,  digo yo!
Soy un enmascarado que recorre las calles y a veces las padece, sufre. Todas las mañanas lo mismo. El acrobático ciclista que va por la acera de Casa Jiménez y me echa contra la pared. Me pregunto si se puede circular por esa acera en bicicleta. Si voy por la calle Cinco de Marzo; rezo para no encontrarme con el tanque del agua y el apuesto de la manguera que va chipiando todo: pies, escaparates, puertas… Me miro y me veo los bajos de los pantalones llenos de cascarrias y me pregunto, ¿serán gratis los centímetros cúbicos que gastan en regar a chorro esta calle?  Parado en un semáforo cualquiera del Paseo Independencia, hora punta 8 de la mañana, circulan cuatro gatos por las amplias aceras y justo en el paso, la barredora da la vuelta meneando los cepillos a base de bien acelerada por el barrendero, me parece que me va embestir en el justo momento que se pone el semáforo para que yo pase, me aparto, doy un paso atrás y me afeitan la nuca en seco los veteranos ciclistas que intentan batir el record de velocidad diariamente. Como puedo, me dispongo a pasar y oigo la campanita del tranvía, leo mire el tranvía o algo por estilo. Pienso que hasta las naturalezas muertas de aceras y calzadas me mandan; también pienso en las diversas modalidades de psicópatas que circulan a esas horas de la mañana. Y así, cada mañana. ¡Qué bien se vive en el pueblo! Sin barredoras que te embistan, sin tanques del agua que lo pongan todo perdido, sin ciclistas que te afeitan la nuca, sin campanitas del tranvías, sin aceras con rótulos imperativos…

jueves, 22 de noviembre de 2012


 
MIÉRCOLES DE CINE
Por María Jesús Mayoral Roche




Género: Thriller .
Director: François Ozon
Intérpretes: Bastien Ughetto, Catherine Davenier, Denis Menochet, Emmanuelle Seigner, Ernst Umhauer, Fabrice Luchini  y Kristin Scott Thomas.
Nacionalidad y año de producción: Francia, 2012
Duración: 105 min.
Fecha de estreno: 09 / 11 / 2012.
Productora: France 2 Cinéma, Mandarin Films, Mars Distribution .
Guionista: François Ozon.
Fotografía. Jérôme Alméras.
Distribuidora: Golem.
Música: Jérôme Alméras.

 
Miércoles al cine. En la Casa. Un thriller light al clásico estilo francés. La trama de la película es simple; pero los protagonistas la van complicando hasta enredarla del todo. El clásico profesor de instituto frustrado como escritor -caso común en esta especie- centra toda su atención en el alumno más aplicado de la clase, un adolescente perteneciente a una familia desestructurada. El alumno se servirá de su mejor arma, la manipulación, para convertirse en un auténtico voyeur sin más fin que el de continuar y completar el ejercicio de redacción que le manda su profesor. Alumno y profesor comenzarán una relación construyendo un relato por entregas donde impera el morbo y la curiosidad desmedida, hasta el punto de transgredir la regla para no romper el hilo conductor de la historia. En este caso el problema de una educación decadente obedece a la coordenada: aburrimiento y locura.
“En la Casa” es una película con ese sutil humor francés que de puro soso tiene gracia. El telón de fondo es la crítica aguda a una sociedad burguesa que frivoliza con el arte, que es parte activa de la globalización y cuyo mayor problema es mantener el empleo fácil que da dinero. Para mi gusto la película resulta un poco lenta y quizá le falte garra, he echado de menos algún zarpazo más profundo a esa clase media que juega a ser progre, que confunde el arte con la decoración y que aburre mortalmente.

 

martes, 20 de noviembre de 2012



POSTALES  CON  RECUERDOS
Por María Jesús Mayoral Roche



Capri







          Leí tu carta en el barco de regreso a Nápoles. Me preguntas, ¿qué es la felicidad y cómo hallarla? Me consideras una persona feliz, puesto que me lo preguntas.
          Bajo un atardecer violáceo el barco se alejaba, Capri con su balconada de casitas quedaba atrás; a mi derecha la luna se asomaba por el Vesubio, a mi izquierda un sol ígneo encendía el horizonte marino. El aire en la cubierta del barco despertaba más mi deseo de vivir y pensaba: lástima que estos momentos no se puedan llevar ni guardar en ningún sitio para poder disfrutar de ellos. ¿Dónde está la felicidad? En el momento, únicamente en el momento. Para algunos filósofos la felicidad es una forma de la memoria. En el pasado no se puede buscar la felicidad porque el pasado en el presente se convierte en nostalgia, y cuando recurrimos a la nostalgia es porque el presente no nos agrada. Busquemos el momento, hagamos que siempre sea ese momento el que nos dé la felicidad; ya sabes que es una amiga algo escurridiza, pero al fin y al cabo, amiga.
          Recuerda: pasarás por la vida, dejarás buenos recuerdos a tus amigos, pero nadie te despedirá cuando te veas obligado a continuar tu camino. Pasado el trecho no vuelvas atrás porque ya nada es igual, no te entristezcas y sigue la vida; en otra parte hay alguien esperándote y si no lo hay, lo habrá. Recoge las hojas amarillas del suelo otoñal y guárdalas como recuerdo. ¡Ese es el momento! Soplaba el primer viento frío, corrí tras ellas, no se dejaban atrapar y recogí con tristeza varias hojas del árbol de los Cien Escudos y pensé: volverá la primavera y veré de nuevo en otro lugar las copas de los castaños de Indias floreadas, ese será el momento y sin duda será mío. Ese es el momento, la esperanza que nos hace vivir, que nos hace sentir que somos nosotros mismos.
           ¿Dónde está la felicidad? En el momento, en el momento que sentimos la vida. Me dices en tu carta que no sabes retener la felicidad. Nada que se retiene da buenos resultados, déjala en libertad. No tengas miedo, una felicidad con alas regresa, habrá otros momentos, procura que sean intensos.

Fragmento de mi libro  epistolar “Cuore Ingrato” (Sin publicar).

domingo, 18 de noviembre de 2012



LITERATURA EN LA CÁRCEL

Por María Jesús Mayoral Roche


Primera Parte





Dicen que los grandes descubrimientos son fruto de la casualidad; sin embargo todos sabemos que la casualidad no existe. Sentada en un banco, frente a la prisión de Torrero, me hacía estas componendas causales mientras apuraba un cigarrillo y unas cuantas ideas de última hora. No, lo mío no era miedo. El músculo parlante se me había adherido al velo palatino y la micción nerviosa me amenazaba; pero aquellos síntomas no eran del todo alarmantes, las piernas todavía me respondían. Comprobé la hora, faltaban diez minutos para que apareciera el educador del centro penitenciario. Mi inveterada experiencia psicoanalítica ante situaciones apuradas me recomienda que procure no pensar en nada, ya se encargará el subconsciente de vomitarme el resto de algún naufragio perdido. Aunque podría ser menos escatológica y decir que, en ese trance agónico que propicia la impotencia ante lo inevitable, la memoria te devuelve imágenes perdidas.

Treinta y tres años atrás estaba en ese mismo lugar, iba de la mano de mi padre y a la altura de aquel siniestro edificio se me ocurrió preguntarle por sus inquilinos. Mi progenitor, que no desperdiciaba la ocasión ni la esperanza de curarme el tabardillo a puro moralina, me contestó con esa edificante sutileza tan propia en él: “Aquí encierran a los revoltosos”. Yo, que las cazaba al vuelo, debí quedarme petrificada, pues se apresuró a puntualizar: “A los que de mayores siguen siendo muy revoltosos”. Respiré algo más aliviada: aún estaba a tiempo de enmendar la plana. No sé si lo mío era casualidad o causalidad, lo cierto es que estaba en el mismo sitio y en el mismo estado.

La presencia del educador me devolvió al presente. Todos estos psicopedagogos modernos serán grandes expertos en componer mentes, enderezar conductas y arreglar comportamientos; pero carecen de tacto a la hora de tratar con personas normales. Me echó un vistazo de arriba abajo y sin conocerme de nada me dijo:
- Es la primera vez que visitas una cárcel, ¿no? Esto es otro mundo. El muchacho que dio ayer la charla no supo hacerse con ellos, fue una lástima. A los actos culturales suelen acudir pocos, casi siempre son los mismos, eso suponiendo que no haya algo mejor en la televisión. Tal vez asistan y te quedes hablando sola; si el tema no les va se largan. Estos son así, como aquí todo es voluntario. No te asustes de lo que veas ni te sientas intimidada ante ciertos rostros: las drogas hacen estragos.

Ante aquellos prolegómenos mi músculo parlante se desprendió del velo palatino y la micción nerviosa dejó de incomodarme; esbocé una sonrisa arcaica al arreglador de comportamientos y apreté los puños con rabia: mi amor propio se había puesto en marcha. Con un trío de ases en la mano mi charla literaria no podía ser un fracaso. Lo cierto es que fallar con Dostoyevski, Wilde y Miguel Hernández hubiera sido para mí algo imperdonable. Hablar de cultura en la cárcel es como hablar de los manantiales en el desierto. A los presos les gusta rajar de los funcionarios (antiguamente llamados carceleros), insultar al Subdirector de Tratamiento, quejarse de su condena y de Instituciones Penitenciarias, en fin, charlar de sus cosas. Sin embargo, conocer la vida de tres escritores que habían padecido la miseria del presidio no les dejó indiferentes. Cualquiera que proponga en un centro penitenciario el más leve esfuerzo mental corre el riesgo de oírse lo siguiente: “Todo eso es muy bonito, está muy bien; pero a nosotros para qué nos sirve. ¿Usted cree que la sociedad nos dará una oportunidad cuando salgamos?” Mi respuesta les dejó desorientados: “Quien no lee se pierde media vida. La lectura es evasión, es terapia, es emoción, es cultura, es diversión, es todo. Podéis leer un libro y comentarlo entre varios, siempre habrá puntos de vista diferentes, cada uno sacará sus propias conclusiones”. Esta proposición no cayó en saco roto y mi oferta de abrir un taller de Literatura en la prisión no la despreciaron.

(Continuará...)

jueves, 15 de noviembre de 2012


MIÉRCOLES DE CINE

Por Maria Jesús Mayoral Roche




 

Género: Acción 

Director: Sam Mendes

Intérpretes: Albert Finney, Ben Whishaw, Bérénice Marlhe, Daniel Craig, Helen McCrory, Javier Bardem, Judi Dench, Naomi Harris, Ola Rapace, Ralph Fiennes y Rory Kinnear.

Nacionalidad y año de producción: EE.UU 2012

Duración: 143 min.

Fecha de estreno: 31-10-2012

Productora: MGM (Metro Goldwyn-Mayer) (aka MGM-UA), EON Productions, Dajap.

Guionista: Neal Purvis, Robert Wade, John Logan.

Fotografía: Roger Deakins.

Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España.  

Música: Thomas Newman



 

El miércoles al cine. Skyfall. Bond, James Bond, al servicio del Imperio Británico y lo demuestra como nunca. Para empezar no estuvo mal una persecución de 20 minutos -de esas que tanto gustan- por el Gran Bazar de Estambul, comiéndose las esquinas de las callejas en un todoterreno hasta subirse en moto por los tejados, para finalmente jugársela  en un tren. Y si alguien piensa que estamos asistiendo a un presunto final, entonces empieza la película con una cabecera de lujo al estilo de siempre a la que pone voz Adele.


 

Después de dos miércoles de cine dramáticos, Skyfall ha sido como un soplo de aire fresco. Se agradece una película de acción con todos los elementos, sin dejarse uno, de una superproducción. En Skyfall el protagonista no defrauda sino que además se revaloriza. Daniel Craig encarna a un Agente 007 talludito y demacrado que con los años va perdiendo puntos; pero más vale el perro por viejo… El éxito de esta superproducción, con un personaje de ficción que cumple 50 años en pantalla, lo han conseguido porque lo han reinventado y debo decir a favor que lo han hecho magníficamente. Todo cambia y seguirá cambiando; pero no sólo cambia sino que además evoluciona. El James Bond antiguo con figura de maniquí impoluto y métodos sofisticados ha muerto; el perfil del nuevo James Bond es el de un hombre de acción que se la juega, se cansa y se mancha. Eso sí, y no cambia, 007 muestra siempre su silueta más elegante.

Y ¡ojalá! los burócratas fueran como los encarnados por Judi Dench y Ralph Fiennes; burócratas que también envejecen, con principio y fin. Me ha encantado el escenario de un MI6 vulnerable. Es una película con muchos detalles, especialmente el de una lucha convertida en danza al son de una banda sonora que pone la guinda a la escena. Skyfall es una película de acción pero no al extremo, me estoy refiriendo a las anteriores interpretadas por Daniel Craig. Y otra novedad: las mujeres guapas juegan un papel muy secundario. La crítica ha dicho que esta nueva película del agente 007 retoma y supera las interpretadas por Sean Connery, yo estoy de acuerdo.

En cuanto a Javier Bardem se luce en su papel, lo tenía fácil eso encarnar a un villano repulsivo con pelo oxigenado al que no le pone voz en español; al parecer el personaje se supera en V.O.

domingo, 11 de noviembre de 2012


LA TOSCANA EN TREN DE VAPOR

Por María Jesús Mayoral Roche





La Toscana en tren de vapor
Traducción de Elena Martínez
Pequeña Biblioteca Gadir
164 Páginas- Precio 12 €
ISBN: 978-84-96974-95-1



Dentro de todo lo que no ofertan esas isletas cubiertas de celulosa a las entradas de las librerías, ni tampoco es frecuente encontrar en sus estantes, está este librito: “La Toscana en tren de vapor” (Carlo Collodi). Fuera de su cuento infantil, Las aventuras de Pinocho, la obra literaria de este autor toscano es poco conocida en España. “La Toscana en tren de vapor” fue uno de los encargos que recibió Collodi con el fin de venderlo en las estaciones de tren, está considerada además como una de las obras más importantes de este escritor y la que lo dio a conocer al público.
"La Toscana en tren de vapor" nos descubre un Collodi inédito. El título original en italiano es “Un romanzo in vapore. Da Firenze a Livorno. Guida Storico-Umoristica”. El autor nos cuenta con cierta ironía su visión de La Toscana vista desde el tren, haciéndonos las recomendaciones necesarias para viajar en este novedoso medio de locomoción; es un librito lleno de evocaciones, reseñas históricas, anécdotas y peculiaridades. El particular sentido del humor de Collodi se envuelve de sutileza para bromear con el lector, acompañándolo para hacer el recorrido de la Línea Leopolda (Florencia-Pisa-Livorno). Sería difícil clasificar este librito en un género literario preciso, a mí me parece una pintoresca guía de viaje que tuvo que ser innovadora en su tiempo, quien la lea se dará cuenta de que el autor se deja llevar por el espíritu del verdadero viajero para contarnos lo que le van sugiriendo el paisaje, poblaciones, monumentos y estaciones, mezclándolo con pensamientos, vivencias, situaciones y gentes. Y cuando el tren hace un alto en una estación importante, Collodi nos recuerda los cafés, teatros y las especialidades industriales de la población.
El libro se estructura en capítulos y subcapítulos, especialmente curiosos son El Vademecum del Viajero, ¡Una reflexión en Fiacres! o Una novela. Collodi resulta original en el planteamiento y desarrollo de esta novela-guía humorística.
Para todos amantes de la cultura italiana quiero decir y recomendar, que www.gadireditorial.com ofrece una selección de obras de autores italianos, algunas muy interesantes. Los libros publicados por esta editorial están cuidadosamente presentados; tanto en la encuadernación como en la traducción. “La Toscana en tren de vapor” pertenece a la colección que Gadir titula como Pequeña Biblioteca, libritos de viajes manejables y con encanto. Me refiero a esos libros que parecen antiguos y que gusta tenerlos entre las manos.