sábado, 27 de abril de 2013


Los canes de Judizmendi

Por Antonio Jiménez Peña

 


En la acera de los números pares de la Avenida de Judizmendi, que es la calle de Vitoria donde vivo, tiene su farmacia mi amigo Alonso. La amistad viene de antiguo y se debe a razones de oficio: soy actualmente un enfermo crónico y él me vende los medicamentos que necesito. Pero hay otras razones más que el puro trato mercantil, como pueden ser las charlas sobre temas políticos o económicos, —ahora tan en boga—o las arduas batallas de este “abuelo cebolleta” que él escucha con tanta paciencia.

Hoy es martes y hemos convenido que en ese día de la semana, hacemos el control de mi tensión arterial, que ahora está demasiado alta. Y para hacerlo, me encamino paseando hasta la farmacia, a fin de llegar con el pulso relajado.

— ¡Cuidado, cuidado, Antonio! Quién así me hablaba era Ethel, una de las dependientas con la que también tengo  confianza, señalándome un cuerpo que yacía en el suelo, en el centro de la estancia, entre la puerta y el mostrador—Es la señora Inés que se ha caído y herido en la cabeza—, ya hemos llamado a una ambulancia.

 La señora permanecía inerte, desmayada y tapada con una manta calorífuga de aluminio. Y al poco tiempo se formó, junto a su cabeza, un pequeño charco de sangre. En el pasaje que da al patio comunal, está la farmacia y enfrente hay un estanco y un portal de vecinos.

Pues bien, en ésa estábamos cundo dos perros pitbull que  eran adultos, fuertes y muy bien desarrollados salieron del estanco y aprovechando la apertura automática de las puertas de la farmacia, entraron en ella.

Y una vez dentro comenzaron a deslizarse sobre el suelo, con el pecho y vientre totalmente pegados a él. Se movían con el impulso de sus patas traseras y parecían que iban a atacar a la mujer, caída, de manera inminente.

   Al parecer habían olido la sangre de la mujer y su instinto ancestral les hizo manifestarse con esa actitud de fiereza.

A las personas que estábamos allí nos sorprendió con mucho desagrado el suceso—por lo que entrañaba de violento e inesperado—. El primero en reaccionar fue un veterano  muy anciano que comenzó a gritar a los perros y a instarlos para que abandonasen su presa, esgrimiendo con energía su cachaba. Los demás seguimos su ejemplo y empezamos a gritar o a patear en el suelo.

Al final los perros se atemorizaron y salieron de la farmacia hasta el pesaje antes mencionado. Allí una mujer de mediana edad, vestida a lo moderno con botas y cazadora de cuero y cinturón del mismo material pero ancho y muy herrado, comenzó a pegar a los perros en los hocicos, y supo hacerlo bien porque la obedecieron y demostraron su temor.

Cuando consiguió atarlos a una correa pasó la tensión del momento, pero el abuelo del garrote seguía manteniendo su enfado gritando a la mujer:

— ¿Cómo se te ocurre llevar sueltas a esas fieras? Ha estado a punto de ocurrir una desgracia— ¿Cómo puedes ser tan irresponsable?

— ¡No me grite usted más! Bastante avergonzada estoy como para que me atosigue de esa manera—Los perros han sido domados por mí y no pueden ser más mansos y obedientes, sépalo usted.

—Muy bien señora, pero llévelos atados como ahora los tiene—Lo dice la ley (1).

 En esos momentos llegó la ambulancia, y dos enfermeros pusieron a la mujer en una camilla, con sumo cuidado, y  la transportaron hasta ella y supongo que hasta un hospital.

    Luego, Alonso hizo el intento de tomarme la tensión, pero me encontraba tan agitado por el suceso anterior, que no quiso anotar el dato que salió, por considerar que no era representativo, por lo muy elevado, y me mandó volver al día siguiente.

    Camino de mi casa iba pensando en este caso y llegué a la conclusión de que el problema de  España no es que no haya leyes sino que nadie quiere cumplirlas. Es por tanto un problema de educación ciudadana.

    Al llegar a casa consulte la legislación existente sobre este asunto y con referencia a los perros pitbull he leído que son considerados “potencialmente peligrosos”.         
 

(1) La ley de Tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos de 1.999 obliga que estos perros cuando está en fincas, se encuentren “atados o en un habitáculo que proteja a las personas o animales que se acerquen a ese lugar”.
En la calle, están obligados a llevarlos con bozal y cadena o correa no extensible.

 
Es evidente que en este caso tampoco se cumplió la ley.
 

Escrito en Vitoria el 05/03/2.013.

 

viernes, 26 de abril de 2013


MIÉRCOLES DE CINE
Por María Jesús Mayoral Roche
 
 
 
Género: Thriller
Director: Thomas Vinterberg
Intérpretes: Alexandra Rapaport, Anne Louise Hassing, Annika Wedderkopp, Lars Ranthe, Lasse Fogelstrom, Mads Mikkelsen, Ole Dupont, Susse Wold y Thomas Bo Larsen.
Nacionalidad y año de producción: Dinamarca, 2012
Duración: 115 min.
Fecha de estreno: 19 / 04 / 2013.
Productora: Zentropa Entertaiments13, Film i vast.
Guionista: Thomas Vinterberg.
Fotografía. Charlotte Bruus Christensen.
Distribuidora: Golem.
Música: Nikolaj Egelund

 El miércoles al cine. La Caza. Aunque el titulo  de esta película sólo es un telón de fondo, se podría decir en este caso que la calumnia es una forma burda para acorralar a la presa, la víctima. Su director, Thomas Vinterberg, es uno de los padres del controvertido movimiento vanguardista Dogma 95, del que deja abundantes huellas en esta cinta, que dicho sea de paso ha contado con el beneplácito de la crítica. A este respecto debo decir que a mí personalmente las películas bajo el sello Dogma 95 nunca me han defraudado, pero esto es discutible y lo entiendo.
 
La Caza. Un profesor en una escuela infantil es acusado falsamente de pedofilia, dicha acusación será el detonante para diseccionar una sociedad y de paso ahondar en el alma humana: el factor humano bien enfocado puede resultar apasionante, en según qué casos todavía más. El mundo avanza pero la humanidad no cambia, mostrarlo a través del séptimo arte podría servirnos de lección; digo podría ser porque a la salida del cine estas lecciones se olvidan, sólo quedan las imágenes y una historia.  
La Caza es una película conmovedora que no sensiblera, bien narrada y con ciertas dosis de tensión de esas que apenas se notan pero se sienten; cuenta además con un buen elenco de actores. La actuación de Mads Mikelsen, el protagonista, le valió el galardón al mejor actor en Cannes 2012. Hay que añadir también el BAFTA a la mejor película en habla no inglesa, eso entre otros no menos importantes reconocimientos europeos. Por todo su conjunto, La Caza es una película más que recomendable. 

miércoles, 24 de abril de 2013

EN LA TRASNOCHADA

Por María Jesús Mayoral Roche

Semana del libro

En Villamayor de Gállego, 24 de abril de 2013
En esta trasnochada de la semana del libro pienso que hacemos ver que leemos mucho y que hasta nos volvemos por unos días intelectuales. Digo esto y lo dejo caer así, porque la realidad es que en este país no sólo se lee muy poco; sino que además se siente desprecio por la cultura. Esta afirmación tan categórica no es mía, pero estoy totalmente de acuerdo con ella. Quienes afirman esto, o lo dejan entrever en sus artículos semanales, son los académicos Muñoz Molina y  Pérez Reverte. Otro que viene a decir que la cultura ha muerto o está agonizando es Vargas Llosa.
Hace unos años, no muchos, para ser académico de la lengua había que dar la talla. Claro que esto de dar la talla literaria, en según qué casos, es muy subjetivo. También es cierto que en aquella época los que ocupaban un sillón en la Academia de la Lengua eran eruditos y hombres de gran bagaje cultural. El nivel puesto por estos vetustos hombres de la cultura fue el mayor obstáculo para Francisco Umbral. Y es que Umbral era muy criticado en sus modos y tachado a menudo de grosero, maleducado y sobre todo políticamente incorrecto; pero esta crítica no le dolía al escritor, lo que le dolió fue la exclusión. Yo creo que murió con esa espina, bueno, y con otras. Hoy por hoy, si Juan Luis Cebrián o Ansón ocupan un sillón, mucho más merecido lo tenía Francisco Umbral. También he de decir que en los tiempos que corren es cuestión de política y la política premia más a los tontos que a los listos. Y lo cierto también es que un idiota con título se nota más, da más la nota y la talla. La política termina idiotizándolo todo, así vamos. Umbral se merecía ese sillón por otros muchos motivos, entre otros haber reconocido y rescatado la lengua viva de la calle, recopilarla; fue un meritorio inventor de palabras y genial articulista, ya sólo por esto se merecía ser académico.
Y aunque estoy de acuerdo con Muñoz Molina y Pérez Reverte –ambos académicos de la lengua-  en ese desprecio que siente el pueblo español por la cultura, añadiré que estos dos tampoco hacen mucho más por ella. Me hice seguidora de la Real Academia de la Lengua por Twitter, esto es algo que os recomiendo, ya que las actualizaciones son constantes y hay que estar al día de los cambios; de paso tampoco viene mal recordar la gramática y la ortografía. Y no sólo eso, además, lanza el enlace de los académicos que escriben artículos en los semanales. Yo que no compro periódicos, me viene muy bien este sistema de estar al día de lo que escriben estos académicos que se quejan tanto de la cultura en España. Aunque yo creo que escriben un par de carillas para cubrir el expediente y nada más, sin entusiasmo ni alardes del lenguaje. Se me ha olvidado mencionar a otro académico que también se une a la queja del desierto cultural español, Javier Marías; éste lo hace con ese cinismo de la Gran Bretaña, lo hace ridiculizando al patán de turno de los medios de comunicación.
Esto de ser académico, escritor y articulista tiene su inconveniente, me refiero a eso de dar la talla; esa talla que le exigían a Paco Umbral. Por otra parte enarbolar la defensa de la cultura conlleva un compromiso social, el de aportar nuevas teorías en literatura e innovar en los diferentes campos de la escritura. Y en esto, estos tres mosqueteros de la cultura, andan un poco despistados. Celebré que Twitter me anticipara un artículo de Muñoz Molina sobre el Ulises de Joyce,  me apliqué al cuento de leerlo con avidez para finalmente caer en la decepción, nada nuevo sobre la magna obra del irlandés. En otra ocasión, Pérez Reverte le dedicó su artículo semanal a una perra perdida en el metro, arremetiendo de paso con una sarta de improperios a los trabajadores del metro. Y por último Javier Marías, que cada día chochea más. El último artículo que leí de él, contaba lo que le aconteció en Londres durante la nevada que paralizó el aeropuerto y el incidente que tuvo con el personal que le retuvo registrándole el equipaje de cabina que llevaba. Me pareció un artículo de una pobreza literaria e imaginativa digna del recuerdo, por eso lo cuento aquí.
Estos tres académicos que deberían ser los titanes actuales de la cultura, ellos que la defienden tanto, ellos que denuncian el desprecio que se siente este país por ella… Pues, en fin, yo que los sigo por Twitter no dejan de defraudarme un día sí y otro también. Y esto lo quiero argumentar, por supuesto. En referencia con el artículo sobre Joyce de Muñoz Molina, diré que no aporta nada nuevo y que cualquier bloguero de los que andan por Internet aportaría alguna visión nueva e interesante sobre esta obra. Los exabruptos que utiliza en sus artículos Pérez Reverte o su derroche de soberbia, a mí personalmente, me ofende. Hay muchas formas de decir las cosas, muchos recursos literarios, Lo cierto es que cuando Arturo se pone sentimental no es mucho mejor. Y sobre Javier Marías, yo creo que de seguir escribiendo nimiedades sin trasfondo, sin aportes literarios, mejor que lo deje en espera de alguna nueva inspiración. Sinceramente yo cada vez lo veo más agotado, seco.
Y sí, ya digo, que estoy de acuerdo con ellos. Es evidente que en este país se siente desprecio por la cultura y para demostrarlo formularé una pregunta ¿Cuántos en españoles han leído El Quijote? Lectura que en este país debería ser obligatoria; pero aquí somos más cultos que nadie y en lugar de leerla se estudia y a otra cosa. ¿No es genial? Tener que estudiar la obra de Cervantes, profundizar en los capítulos de El Quijote sin leerlo. Pero somos así, que lo lean otros…

viernes, 19 de abril de 2013

MIÉRCOLES DE CINE
Por María Jesús Mayoral Roche
 

 
Género: Drama
Director: Christian Petzold
Intérpretes: Jasna Fritzi Bauer, Nina Hoss, Rainer Bock y Ronald Zehrfeld.
Nacionalidad y año de producción: Alemania, 2012
Duración: 105 min.
Fecha de estreno: 05 / 04 / 2013.
Productora: Arte, Zweites Deutsches Fernsehen, Schramm Film Koerner & Weber.
Guionista: Christian Petzold, Harun Farocki.
Fotografía. Hans Fromm.
Distribuidora: Golem.
Música: Stefan Will.
 

El miércoles al cine. Bárbara. Casi dos horas esperando a que pase algo y apenas pasa nada. Alemania Oriental, 1980 o cómo se vivía allí el sueño socialista, hoy reducido a película. Película que relata un episodio de la vida de una médico que pide permiso oficialmente para abandonar el país, esta osadía pone fin a su prometedora carrera; para quitarla de en medio la trasladan a un pequeño, yo diría raquítico, hospital de provincias cercano a las orillas del Báltico. Expresar el deseo de abandonar la Alemania Oriental suponía una existencia marcada, no poder dar un paso sin que los esbirros del régimen persiguieran a los presuntos disidentes, a ser posible hasta la humillación. La protagonista de la historia es una mujer fría que actúa en función de un plan determinado, esto también lo daba el régimen; así como la tristeza y el hastío de vivir en un lugar inhóspito donde todos son espías de todos. Para aliviar el tedio el mejor remedio era la cultura, detalle que deja caer discretamente el director, Christian Petzold. La lectura y la música ayudaban a rellenar una existencia anodina, a distraerse y olvidar que hay otro país al otro lado donde satisfacer los caprichos y deseos: el deseo de poseer un anillo de oro, el capricho de fumar buen tabaco o comer chocolate.

Bárbara es una película en la que apenas pasa nada pero que dice mucho: el ser humano no quiere ser igual al otro, sino que pretende ser superior. Sin embargo el socialismo del Este, aquel socialismo, hizo de algún modo a todos iguales: los sumió en el asco de estar condenados a una pobreza impuesta en beneficio de no sabemos quién. Porque como en todos los regímenes totalitarios los de arriba viven en el lujo y la opulencia, eso sí de puertas adentro. Para los trabajadores de aquel régimen un día era igual a otro, así es fácil caer en el automatismo de hacer las cosas sin emoción porque no hay mayor incentivo: hagas lo que hagas nunca avanzarás. Añadir que el Estado tampoco facilitaba los medios necesarios para los profesionales, en este caso de la medicina.

Bárbara es una película que invita al recuerdo de un tiempo no muy lejano en el que no sólo cayó un muro; sino también una venda, una teoría. Añadir que el director, en mi modesta opinión, ha sabido poner en escena magníficamente esta historia, en la que quizá hubiese resultado muy fácil caer en determinados tópicos o simplemente haber cargado un poco más las tintas. Y lo que da la pantalla en cada escena es el peso existencial.

miércoles, 17 de abril de 2013


Las madres de la Plaza los Sitios


Llega el buen tiempo y los gatos empiezan a salir a la calle, bueno, esto es sólo una forma de hablar. La Plaza de los Sitios de Zaragoza es una de las plazas más bonitas de la ciudad; en la fotografía aparece el parque para gente menuda vacío, pero con esta primavera anticipada comienza ya a animarse: niños, madres, padres, abuelos, abuelas, cuidadoras y conocidos. Es una delicia ver a los niños jugando, relacionándose con otros y es otra delicia la tranquilidad de algunas madres a la hora de cuidar a sus hijos. Madres modernas que están al tanto de los progresos diarios de sus hijos, madres que sólo hablan de sus retoños, madres que utilizan un lenguaje de amor  y empalago para dirigirse a ellos… Madres, añadiría yo, que cuando se juntan con otras madres para hablar de sus hijos se olvidan de ellos y estos campan a sus anchas.

Y digo esto porque el año pasado fui testigo de cómo un niño de unos cinco o seis años se caía de la bicicleta y tuvo que ser auxiliado por una señora que cruzaba la plaza. ¿Y dónde estaba la madre? Pues estaba ajena a todo hablando en corrillo con las amigas, supongo que de su hijo. La señora le preguntó al niño dónde estaba su madre y llorando apuntó con el dedo. La señora comenzó a llamarla y la otra nada, a los suyo, hablando sin oír; al final, después de insistir en repetidos llamamientos, puso cara de asustarse mucho y como una histérica corrió hasta donde estaba el chiquillo. Llegada al lugar, hizo ver que era una madre modelo y se deshizo en mimos y arrumacos con su pequeño. La señora y yo nos miramos con gesto interrogativo, así como diciéndonos con la mirada: Y luego que pasan cosas… ¿Se puede dejar a un pequeño en bicicleta dando vueltas alrededor de la plaza y olvidarse de él?

Pero este incidente me lleva a otro. Semanas antes una niña de la misma edad me atropelló con la bicicleta. ¿Los padres? Pues los padres mirando la hazaña de su hija. La madre acunaba entre los brazos a su bebé y el padre ejerciendo sólo de cuerpo presente, sin hacer nada, sólo mirando. La niña perdió el equilibrio y me envistió metiéndome la rueda de la bicicleta entre las piernas, aclarar que la rueda era de montaña. Yo por fortuna no sufrí más que la incomodidad de tener que pararme y recomendarle -sin enfadarme ni poner mala cara- que debía prestar atención a los peatones. De hecho es una plaza muy frecuentada también por personas mayores. Pero el padre –viendo la acción- no corrió, vamos, ni se inmutó, sólo hizo gestos, momos. La niña parecía desorientada pero siguió a los suyo, intentando recuperar la marcha. Cuando llegué a la altura de los papis se disculparon discretamente, sin más. La niña siguió a los suyo y los padres también.

Las madres modernas hablan de los progresos de sus hijos, de la educación, siguen al dictado lo que leen en esos libros editados en ayuda de los padres; las madres modernas hablan de la salud de sus hijos, de las vacunas, de la alimentación. En fin, las madres modernas hablan y hablan de sus hijos, pero me da la sensación de que los atienden poco.

Yo aprendí a ir en bicicleta de la mano de mi madre o padre: yo le daba a los pedales y ellos me sostenían del sillín. Hasta que no me vieron seguro sobre dos ruedas, ellos no me dejaron de la mano. Eran otros tiempos, muchos aprendieron las cosas a puro de bofetadas y con el tiempo agradecieron a sus padres la terapia. Pero decir esto es políticamente incorrecto, lo sé. Hoy en día los padres se aprenden la teoría pero no la ponen en práctica, ejercen de padres pero sólo de boquilla. Y es que veo que muchos, más que educar a sus hijos, los amaestran. Educar es estar pendiente de los hijos, escucharles y perder el tiempo hablando con ellos, enseñarles modos, rectificarles… En fin, ser padre o madre exige una dedicación de veinticuatro horas. Es muy importante la educación de los hijos, enseñarles, disciplinarles; más que nada porque ahora se quedan en casa hasta los treinta y tantos, tantos…. Y hay que aguantarlos, así que mejor que estén bien educados.

domingo, 14 de abril de 2013

Gorrioak en Caesar Augusta

Antonio Jiménez Peña
 

Los gorriones, gurriatos o gorrioak, como se dice en euskera, pululaban por el enorme patio de una comunidad de vecinos, en la c/ Matías Pastor Sancho de la ciudad de Zaragoza, (la llamada Caesar Augusta de hace más de dos mil años). Dicho esto, quiero aclarar cuanto antes que no me refiero a las avecillas que hasta hace  pocos años anidaba en las ciudades, sino a los niños.

Gurriatos es una palabra que se refiere al gorrión muy joven, en guajarreta diría en mi parla extremeña. Así nos llamaba el abuelo José, cuando ya en el final de sus días, nos acompañaba en los juegos. Este rato muy deseado por él, era casi la única ilusión que le quedaba. Pretendo que estas líneas sirvan para rendirle un merecido recuerdo y homenaje.

Hoy hablo del tiempo contándolo, no por días, sino por centurias, y lo hago tanto de las personas como de las ciudades. Siempre he creído que la vida del ser humano, es  un sueño tan fugaz como fascinante, y que por lo tanto un siglo es casi un emotivo instante. 

Ahora los gorriones casi han desaparecido; quizás emponzoñados por el veneno que dan a las palomas, por el que echan en el campo los agricultores o  por los dos. Entre todos los matamos y ellos solos se murieron.

También los niños han desaparecido, ahora, tanto en las ciudades como en los pueblos, pero por un motivo muy diferente: simplemente, han dejado de nacer.  Por eso el espectáculo que veo, hace que me sienta  apasionado. He contado en el patio setenta y cinco niños en edad  muy similar sino igual.

Todos parecen  ser muy felices en su distracción: corretear, jugar con sus pelotas o triciclos…etc. En los tiempos que corren  este sitio y circunstancia, debe ser la excepción que confirma la regla. Un rápido tanteo a los números ha desinflado mi alegría, en un solo instante: cuatrocientos pisos a una media de 0,25 mujer/ por piso, en edad de procrear, salen cien mujeres. Si dividimos 65/100 salen 0,65 niños de media. Si consideramos, entre ellos, una diferencia de edad de dos años, tendríamos que hacer una corrección a este dato: 0,65X2=1,30 (nº de hijos/por mujer). Esta cifra es muy inferior a 2,10  hijos/ por mujer, que es la tasa de reemplazo, mínima, para que la población se mantenga constante.

Veo en los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que en el periodo de tiempo comprendido entre los años 2.002 y 2.010, la natalidad en España ha caído en picado: 1,38 h/fértil. Pero  teniendo en cuenta que para las mujeres de nacionalidad extranjera la tasa media de natalidad es de 1,65 hijos/mujer fértil, resulta que para las de nacionalidad española resulta de 1,32.

Pueden contrastarse estos datos en el cuadro del INE, adjunto (1)

Si tenemos en cuenta que estamos muy cerca del 1,31, que sería la cifra  límite del no retorno y que tal caída es tan enorme que la remontada es simplemente imposible. ¿Se puede afirmar que vamos hacia la extinción? Ceo que si se mantienen los actuales índices de natalidad, entre las españolas, en España llevamos el camino de  la  extinción de la población autóctona. Pienso que puede llegar un día en que no haya  gorrioak, ni gurriatos. 

Zaragoza 18 de mayo de 2.012

(1) NÚMERO MEDIO DE HIJOS/ POR MUJER, SEGÚN SEA LA NACIONALIDAD DE LA MADRE. (Años 2.002 al 2.010).

 
Años        N.   Española     N. Extranjera        De ambas nacionalidades
 
 2.002                1,21                     2,05                                1,26
 2.003                1,26                      1,90                                 1,31
 2.004                1,28                      1.79                                 1,32
 2.005                1,30                      1,70                                 1,34
 2.006                1,33                      1,70                                 1,38
 2.007                1,33                      1,75                                 1,39
 2.008                1,38                      1,81                                 1,46
 2.009                1,33                      1,67                                 1,39
 2.010                1,32                     1,65                                1,38
 

Nota.-Si miramos en el cuadro la evolución de la tasa de  natalidad de las mujeres extranjeras, desde el año 2.002 al 2.010, ha bajado 0,40 puntos. (Quizás sea debido a su mimetismo hacia las españolas).

viernes, 12 de abril de 2013


MIÉRCOLES DE CINE
Por María Jesús Mayoral Roche

 
 
Género: Comedia .
Director: Christian Vincent
Intérpretes: Brice Fournier, Catherine Frot, Hippolyte Girardot, Jean dOrmesson, Jean-Marc Roulot, Laurent Poitrenaux, Philippe Uchan y Roch Leibovici.
Nacionalidad y año de producción: Francia, 2012
Duración: 95 min.
Fecha de estreno: 22 / 03 / 2013.
Productora: France 2 Cinéma., Vendôme Production.
Guionista: Etienne Comar, Christian Vincent.
Fotografía. Laurent Dailland.
Distribuidora: Golem.
Música: Gabriel Yared

El miércoles el cine. La cocinera del presidente. Los franceses son muy dados a contar cuentos en la gran pantalla o bien a hacer de todo un cuento para luego llevarlo al cine. La cocinera del presidente  -en francés titulada “Los sabores de palacio”- es una película basada en la historia de Danièle Mazet-Delpeuch, una señora que dejó los cursos de cocina que daba en la región de Périgord para convertirse en la cocinera del presidente François Miterrand. Esta historia, que hubiese dado mucho juego para hacer una buena película, se ha quedado en un cuento de esos que hacen los franceses para la gran pantalla.

La vida de François Miterrand fue más que interesante: desde su sintonía juvenil por el fascismo, pasando por las Resistencia en la Segunda Guerra Mundial y finalmente acabar en el socialismo. A esto hay que añadir la doble vida familiar del Presidente, que se descubrió a su muerte tras conocerse su relación con otra mujer –Anne Pingeot-  y la hija que tuvo con ésta. Sin embargo en La cocinera del presidente apenas da datos de su vida familiar, tampoco del momento político. La película se reduce a contar la historia de cómo llegó a la cocina del Elíseo Danièle Mazet-Delpeuch sin ahondar en nada, con lo cual se queda en noventa y cinco minutos agradables y poco más. He de reconocer que esta película invita a hacer alguna reflexión sobre el poder y la buena vida, en este punto nos da lo mismo un rey que un presidente de la república: el sibaritismo va del brazo del poder, aunque el que lo alcance no sea aristócrata y haya militado en las filas socialistas. Conviene recordar que el espectro político de François Miterrand en cuestión de política ha sido muy amplio, pasó por diversas y opuestas ideologías hasta llegar al socialismo.

François Miterrand quería una comida casera con los mejores sabores de Francia: no está mal. Hay que tener en cuenta que lo mejor de Francia es la trufa, el foie y las setas. Bueno, pues Hortense Lorie -el nombre para le película de esta cocinera del Périgord- es la encargada de hacerle llegar estos sabores al Presidente, para ello no reparará en hacerse servir de los mejores productos para hacerlos llegar al comedor de palacio. Para rodar esta película se han asesorado de grandes cocineros, las imágenes culinarias son maravillosas y la rivalidad que hierve en los fogones se deja sentir, pues la llegada de Hortense desplaza al jefe de la cocina central del Elíseo. Y es que aunque la cocina históricamente ha sido un espacio femenino, resulta que los que hasta ahora han estado al mando de la gran cocina han sido los hombres. Este rifirrafe, un tanto machista, se deja ver en la pantalla.

La cocinera del presidente nos cuenta la vida de Hortense Laborie valiéndose del  flashback: cómo llega al Elíseo, qué se encuentra en él y cómo lo abandona. Se puede resumir como una película agradable sin pretensiones.

miércoles, 10 de abril de 2013


LA LIBRERÍA FLACCOVIO CIERRA

María Jesús Mayoral Roche
 
Hace algo menos de un año que escribí lo siguiente:

Biografía editada por Flaccovio
Una de las cosas que suelen deleitarnos cuando nos enfrascamos en una buena lectura es el conocer o haber frecuentado los lugares y rincones donde se desarrolla la acción. Dejarse llevar por la fantasía no siempre es saludable y algunas lecturas no sólo tienen la facultad de evadirnos de la realidad, sino también la de aislarnos por completo del mundo. Confieso que yo soy de las que no oponen resistencia a la hora de dejarse atrapar por la fantasía. Uno de mis escritores preferidos es Giuseppe Tomasi di Lampedusa, el célebre autor de “El Gatopardo”; pero no voy a hablar aquí de este escritor ni de su obra, sino de una de sus aficiones a la que yo me he sumado. El príncipe de Lampedusa era el clásico siciliano que después de haber conocido mundo pensaba, que siendo Sicilia un universo no había necesidad de salir de la isla, que con la rutina tenía suficiente. Este aristócrata -con mucho título y pocas liras en el bolsillo- se pasó la vida reclamando una herencia que nunca llegó a cobrar, encerrado en sus últimos años leyendo y escribiendo, sus salidas siempre fueron las mismas: el Círculo Bellini y el Café Mazzara. Pero su mayor afición y debilidad era acercarse todos los días hasta la Librería Flaccovio para dejarse los pocos cuartos que tenía. Tal era la penuria en la que se vio, que Lampedusa prefería alimentarse con la lectura engañando su estómago con un surtido de galletas y poco más. Los aristócratas son así.

En Palermo, Flaccovio es sinónimo de librería -así la definen sus dueños; librería que cuenta además con una excelente línea editorial volcada y especializada en temas y autores sicilianos. En estas fantasías mías de andar sobre las huellas de mis héroes literarios, me he apuntado a frecuentar esta librería en mis estancias palermitanas. Casi todas las tardes, después de tomarme el Campari soda acompañado del piano en el Café Spinnato, me paso por Flaccovio para hojear las novedades y avituallarme de libros para todo el año. Los dueños de la librería son libreros de verdad, de esos que saben y complacen siempre al cliente. Siendo así, no es extraño ni deja de ser curioso que esta librería familiar siga contando con una selecta clientela. En una de mis visitas, esperando para pagar, llegó un señor para recoger el paquete que había encargado la Marquesa de Tal. Estos detalles son los que me devuelven al mundo de la fantasía. {…}

 Ayer mi amiga Adriana me envió un WhatsApp con un recorte del periódico italiano La Stampa en el que anunciaba el cierre de mi libreria preferida, Flaccovio: se acabó, la crisis y las nuevas tecnologías están acabando con el glorioso romanticismo del papel. Si el papel desaparece, lógicamente, las librerías también. No haré la clásica defensa del papel: estamos ante un hecho consumado y el futuro de los lectores será un aparato más.
Biografía editada por Flaccovio
La noticia del cierre de Flaccovio no me ha sorprendido. El pasado mes de septiembre encontré la libreria un tanto cambiada: los estantes de libros estaban medio vacíos, la libreria estaba llena de niños con sus padres comprando los libros para el colegio y los dependientes desbordados: este caos vaticinaba cambios. Nunca había visto algo así en Flaccovio, librería que frecuento desde el 2005 en mis estancias palermitanas. Y aunque la noticia no me ha sorprendido, debo reconocer que me apena el cierre de esta histórica librería, que ni siquiera dejó de vender libros durante la Segunda Guerra Mundial. Y eso que Palermo fue bombardeada repetidamente; pero la gente iba a comprar, sonaban las alarmas, cubrían los libros con mantas y a correr. Todo con lo que no pudo una guerra lo está arrasando la crisis; aunque yo tampoco sé qué es peor, si la crisis o la globalización.
Novelas históricas de Luigi Natoli,
también editadas por Flaccovio.
Pero Flaccovio ha sido –ya se puede hablar en pasado- algo más que una libreria, ha sido una página memorable en la literatura siciliana. Si para Tomasi de Lampedusa era una visita obligada en sus paseos, para Leonardo Sciascia era un lugar de encuentro donde debatir apasionadamente y para Dacia Maraini un lugar maravilloso donde perderse a la salida del colegio. Flaccovio cierra y sus dueños no se han atrevido a anunciarlo, tampoco se atreven a pronunciar la palabra “fin”. En mi opinión se niegan a hablar de cierre, porque para ellos se trata más bien de una reestructuración del negocio; comprenden que los nuevos tiempos requieren nuevas miras en la edición y en la venta de libros. Los hermanos Flaccovio seguirán manteniendo su editorial, eso sí, mirando al futuro y de la mano de las nuevas tecnologías; afirman que seguirán haciendo cultura en Palermo y yo así lo espero.