sábado, 29 de junio de 2013


EN LA TRASNOCHADA

María Jesús Mayoral Roche
 

Salir a tomar la fresca

 


En la trasnochada salgo al jardín “a tomar la fresca”-como decimos aquí-, me tiendo en una hamaca junto al níspero y levanto la mirada para ver el cielo azul lanceado por el vuelo de las golondrinas que, sintiendo el desfallecimiento del sol, se alborotan trinando y alzando el vuelo como puntas de flecha. Contemplando el cielo, única bóveda que cobija a la humanidad entera, recuerdo los colores de cielos extranjeros bañados por el Mediterráneo. Y pienso que no hay nada tan grande como el cielo azul con una nube, ni tan inmenso como un mar rasgado por la tímida estela de un barco: hermosa gama de azules que se diluyen para borrar el horizonte dejando al mar y al cielo abrazarse. He visto cielos rosas, azules, blancos, grises, ambarinos, carmesíes; mares cerúleos, metálicos, vinosos, azogados, turquesas, esmeraldas… Y ahí está el anciano sol, único testigo de la Creación y pintor incesante, derramando su luz más nítida para definir sus ocasos y lanzando la más potente para anunciar sus auroras.
La noche extiende su oscuro manto y ya no hay golondrinas ni trinos; ahora son las estrellas correnderas jugando a un dos tres chocolate inglés las que hacen fuegos de artificio. Y puedo pasarme horas viendo estrellas y recordado otras noches, otros mares, otros países: todos bañados por el Mediterráneo. Hay otros mares, otros océanos; pero con otra historia. Me sumerjo en mis recuerdos apostada desde cualquier ángulo del Mediterráneo y me llega el rumor de sus aguas, es como si las ninfas durmientes se despertaran para avivar mi curiosidad. Milenios de historia custodiados por olas espumosas que mecen las miradas de quienes se asoman. Y en mi fantasía imagino el mar como el lienzo de una gran vela desvaneciéndose y sacudiendo millares de gotas: historia líquida, crisol de civilizaciones, de guerras, de rutas… Y nada cambia, la vida no cambia, nos lleva de un lado a otro, como el mar cuando bambolea las olas.
En estas cosas pienso cuando tomo la fresca y la noche se adentra. Hace calor y espero que de un momento a otro la huerta desate ese viento nocturno que refresca los sentidos, mientras, suena el reloj de la torre anunciando que es medianoche. Y todo sigue igual, el tiempo parece detenerse pero nada permanece.
El cielo se ha embozado en su más oscura capa para arroparme y dentro de unas horas, el sol se despertará para arrancarme el sueño y anunciarme un nuevo día. Y con toda su fuerza de pintor infatigable, el gran astro volverá a desatar sus rayos para colorear el cielo y los mares con esa gama cromática que no respeta horizontes. Y quizá, cuando la tarde caiga y el viejo astro se retire para morir, nos deje la luna encendida de naranja o carmín, quizá deje centelleando en el cielo un séquito de estrellas de colores. Y todo parece no cambiar, pero nada se detiene. Con esta trasnochada me despido de vosotros hasta septiembre. Feliz verano.

viernes, 21 de junio de 2013


MIÉRCOLES DE CINE
Por María Jesús Mayoral Roche
 

 
 
Género: Drama.
Director: Pierre Schoeller
Intérpretes: Didier Bezace, Gaëtan Vassart, Laurent Stocker, Michel Blanc, Oliver Gourmet, Sylvain Deblé y Zabou Breitman.
Nacionalidad y año de producción: Francia, 2011
Duración: 115 min.
Fecha de estreno: 26 / 04 / 2013.
Productora: Les Films du Fleuve, Archipel 33.
Guionista: Pierre Schoeller.
Fotografía. Julien Hirsc.
Distribuidora: Surtsey films.
Música: Philippe Schoeller.

 El miércoles al cine. El Ejercicio del Poder  en V.O.S. El título de la película es exacto, preciso. La política se ha convertido en una tarea exenta de responsabilidades y, lo que es peor, de todo atisbo de humanidad: a los políticos sólo les interesa alcanzar el poder y mantenerse en él al precio que sea. Me pareció espectacular el comienzo metafórico de la película; con una imagen tan fagocitaria como introducción es fácil comprender lo que viene después. Más de alguna vez he dejado caer por este blog la siguiente pregunta, ¿cómo queremos a los políticos con debilidades o sin ellas?
El Ejercicio del Poder  es una representación casi teatral de los fantoches, muy serios todos y atildados, que proliferan en el plano político más actual. Digo teatral porque los políticos lo único que saben hacer es posar para la cámara y lanzar frases estereotipadas; y cuando no, mentir y prometer lo que saben de antemano que no pueden cumplir. Pierre Schoeller, el director, ha sabido diseccionar con elegancia el perfil de un político actual. A lo largo de la historia del cine se han hecho muchas y extraordinarias películas sobre ciertas políticas y sus personajes; digamos que el denominador común siempre fue la corrupción. Esto fue en el pasado; sin embargo el panorama ha cambiado -especialmente el europeo- y ahora lo mismo resulta más sutil, tan sutil que estamos gobernados por bufones, marionetas y es tan fuerte el sistema que nada se puede hacer. Por supuesto que la corrupción en países como el nuestro sigue y además se admite; de hecho los últimos escándalos que han salido a la luz son lo suficientemente graves e indecentes como para hacer rodar cabezas y no pasa nada. Pero en Francia la indecencia política tiene otras variantes, otras connotaciones; digamos que la corrupción y la estupidez quedan hábilmente enmascaradas.
Si el comienzo de El Ejercicio del Poder  resulta espectacular; no lo son menos los últimos veinte minutos de la película, pero en este caso debido a la crudeza de las imágenes. El colofón final de la película es una sucesión de escenas bien trabadas en las que se desvelan las maniobras rápidas de última hora, cuando todo está perdido o en manos de las encuestas…
El Ejercicio del Poder  obedece al perfil caricaturizado de un político y lo chocante es que él lo admita y se reconozca como una caricatura. Me ha hecho gracia porque este blog se nutre de esta clase de bufones y en muchos casos sus historias versan sobre las situaciones problemáticas que nos crean. Por eso, teniendo en cuenta que el protagonista de la película es un Ministro de Transportes francés, no estaría mal que este mismo director de cine hiciera una película sobre un Ministro de Transportes español, por ejemplo Pepe Blanco. No quiero ni pensar en las escenas de Pepiño en una gasolinera…

miércoles, 19 de junio de 2013


La Tormenta

Antonio Jiménez Peña

 


   Sucedió rápidamente y en un plazo de tiempo inferior a una hora, cayó una gran tromba de agua. Era por el mes de agosto  y  descargó una  fuerte tormenta  de  verano  que anunciaba seguramente el final del mismo.
Antolín de Sástago, Blas Becerra y el resto de la cuadrilla esperaban a que la borrasca amainase un poco, refugiados en el portalón de La Posada de la Ánimas.
La calle bajaba como un río, el agua llegaba de bordillo a bordillo, a pocos centímetros de rebasarlos y los sumideros colocados en ella, de trecho en trecho, no daban abasto para tragar tanta.
¡Voy al solar para recoger arcilla! Quiero hacer una charca, una presa con aliviadero—Dijo Antolín.
Y dicho y hecho se marchó al solar, regresando al poco tiempo con una gran bola de tierra arcillosa que transportaba rodándola sobre misma. Mientras tanto el agua transcurría más lentamente y ya había bajado su nivel, casi, al vértice de la uve que formaban las caídas de los dos lados de la calle, en el centro de la misma. Era  el  momento  idóneo  para  hacer  la  presa y así  lo entendió nuestro joven ingeniero que  la inició  por el centro, por el rebosadero, construyendo una graciosa rampa por la que se deslizaría el agua embalsada que en esos momentos se escapaba por ambos lados del mismo.
Una vez hecho esto fue ganando terreno hacia los bordillos y como gastaba mucha arcilla, los demás le iban dando bolas de tierra  amasada  que  él  colocaba,  con  mucha  rapidez  y destreza.
Cuando dejó de escaparse el agua por los lados comenzó a funcionar el aliviadero. Estaban encantados con la lámina de agua que bajaba y con la gran cantidad  almacenada.
Antolín construyó una presa por gravedad o de tierra,  como dicen los Ingenieros de Caminos.
Y estando todos absortos en su contemplación, se escuchó el grito agudo de una mujer. Era la madre de Antolín que le llamaba, con mucha urgencia, para hacer unos recados.
La  contrariedad  y  el  disgusto  que  cau a  nuestro ingeniero esta noticia le llevaron a actuar, de manera poco conveniente con el resto de la cuadrilla, diciendo:
¡Yo que lo he hecho, me aprovecho! —Y al mismo tiempo, iba deshaciendo con rapidez y nerviosismo, la obra  hidráulica. Eran niños, pero a mi juicio, Antolín tuvo un comportamiento muy radical e insolidario, con el resto de compañeros.
 En estos últimos días se está hablando mucho,  de la posibilidad  de que el  Gobierno  deshaga  el  conjunto  arquitectónico de El Valle de los Caídos, y quisiera hacer unas cuantas reflexiones sobre este tema:
La obra fue ejecutada por muchos prisioneros del bando que defendió la República; que no  republicanos. Fueron hechos presos por los que se levantaron contra ella, que tampoco lo eran.
Pero hubo muchos más españoles trabajando en ella, que no  eran  presos,  que  lo  hicieron  a  cambio  de  una  salario.
El dinero gastado, para hacer la obra, no fue del peculio del Dictador, era de todos los españoles y los muertos que hubo durante  su  construcción  no  son  de  los  que  ahora  quieren deshacerla, también son de todos nosotros.
Hay quien opina que El Valle de los Caídos es un símbolo franquista, prueba de ello es que allí está, aún, la tumba de Franco, y que los caídos son de sus partidarios y no del resto.
Yo no quiero pensar así. Pero sí es cierto, que en un principio, la ultraderecha española se adueñó, indebidamente, de este lugar.
 Eso es lo que no debimos permitir los ciudadanos. Aún recuerdo que en los primeros tiempos de la Transición, se reunían, en aquella explanada y eran tan pocos, que podían ser contados con mucha facilidad. Por no decir con los dedos de una mano, que sería muy exagerado.
Pero no se arregla este asunto haciendo lo que quieren realizar los del otro extremo político: deshacerlo. Este hecho originará el crear un santuario que ayudará a mantener y aumentar a los radicales de la extrema derecha.
Pienso que el lugar debe ser un monumento a “todos los caídos de la Guerra Civil española—El suceso más desgraciado de nuestra historia—. Los restos del Dictador deberían ser entregados a su familia o si lo desean ser trasladado a lugar  pertinente. Y hay que promover el uso del lugar—para todos— ya que entre todos hicimos nuestra historia.
Estaa muy mal repetir lo que Anton y su cuadrilla hicieron con la charca.

 

Vitoria 28 de febrero de 2.011