Por María Jesús Mayoral Roche
Me encargaron que diera respuesta a las "Cartas literarias a una mujer" de Bécquer, ésta es una de ellas. Un poco de romanticismo no nos vendrá mal.
¿Qué es el amor? Te pregunté. ¡Definiciones! Sobre nada se han dado tantas definiciones como sobre las cosas indefinibles. La razón es muy sencilla. Ninguna de ellas satisface, ninguna es exacta, por lo que cada cual se cree con derecho para formular la suya. Eso me respondiste, pero yo quería tu respuesta. No sé, te noté algo enojado.
Isla de Vulcano frente a Lipari |
Me recordaste en tu carta una escena que ambos habíamos vivido y disfrutado con la intensidad que merecía el momento: la salida del sol en la lontananza del mar. Yo me adelanté, una vez más, a tus pensamientos y te cerqué con una nueva pregunta. ¿Qué es el sol? Tú lo señalaste con el dedo y me dijiste: Eso.
Lo cierto es que no era el momento ni el lugar para definiciones, sino para sentirlo en el silencio de la naturaleza y el alma, de nuestras almas. Ese disco que encendía el horizonte, como el fuego cuando prende en la yesca, inundó nuestras miradas de una luz inusitada, que no era otra que el propio reflejo de nuestro interior.
Eras, por sistema, enemigo de definiciones; esas definiciones que siempre se ha planteado la humanidad y nunca ha sabido dar detalle cabal de las mismas, porque tanto su esencia como los sentidos cuando se despiertan y desatan se resisten a ser contenidos en un recipiente.
¿Cómo definir lo que impulsa el mundo? Resulta imposible definir lo que sólo el corazón puede sentir. ¿Qué es el amor?
Sí, hice lo que me recomendaste: Recógete dentro de ti misma y si es verdad que lo abrigas en tu alma, siéntelo y lo comprenderás, pero no me lo preguntes.
Sí, lo sentí. Lo sentí creciendo en mi interior como la savia primaveral que renace en un álamo temblón, dejándome tan renovada como transida de un encantamiento que hasta entonces jamás había sentido ni conocido. Todo lo que no se puede definir hay que sentirlo en sí mismo. Y es ese ensimismamiento el que te hace comprender la esencia de lo indefinible, que por naturaleza suele ser invisible.
Y es ahora desde la esencia de mágicos lugares donde mis sentidos adormecidos parecen recobrarse. Envuelta en el pétreo misterio de este claustro de Veruela, acariciando las señales de los canteros, confundida entre las ojivas festoneadas con trébol; escucho tu paso quedo al son de tus versos más puros. Y puedo escuchar tu voz recitando tus propios versos:
¡Tú sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte, te desvaneces
como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul!
Y esta piedra secular, que retiene y guarda tus pensamientos, me hace vibrar entre el eco de tu voz y tus pensamientos. Y veo tu sombra salir de la leñera, y te contemplo como un copista más entre los monjes cuando tu imaginación más arrebatada te mostraba aquel séquito de hábitos blancos en sus faenas cotidianas. Y yo... queriendo saber tanto de ti, permanecía ajena a tu mundo. Por fin estoy en ese lugar, regalo espiritual que te ofreció la vida, para que rescataras en él tus más gratas y viejas sensaciones olvidadas. Veruela... Si la historia pudiera hablar... Si las piedras desataran la esencia que guardan... Soñar. Ya te confesé que los sueños no me hicieron partícipe de su magia. Quizá había que vivir en la paz de un monasterio, sentir como ahora siento. Al fin, amor, ahora siento como lo hacías tú.
No, no supe entenderte. Leyendo tus cartas, me resigné a aceptar que la poesía había sido hecha por vosotros, los poetas, para gozo y comprensión de nosotras, las mujeres.
Poesía es y no otra cosa esa aspiración melancólica y vaga que agita tu espíritu con el deseo de una perfección imposible. Eso me afirmaste con rotundidad en tu última carta. Quizá sea el deseo frustrado de una perfección imposible, pero en cualquier caso, sublime. ¿Te imaginas algo perfecto? NI siquiera los dioses fueron perfectos. Dicen... que la perfección está reñida con la belleza. Yo también lo creo así.
¡Qué hermosas fueron tus palabras respecto al nacimiento de la poesía! No, no arrojé tu carta. No, no fruncí el ceño. Más bien la leí y la releí hasta aprenderla de memoria, con el fin de guardarla en mi alma, pensando que así podría retener un jirón de la tuya. ¡Qué ingenuidad la mía! Tal era mi obsesión y mi amor por ti, que me parecía poder hacer lo imposible, lo que nadie había conseguido hacer me figuraba que yo podría lograrlo sin demasiadas dificultades. Conquistar lo imposible siempre ha sido el ideal de los amantes.
El amor... ¿Quién puede decir lo qué es? ¿Quién tiene la suficiente autoridad para definirlo? Quien lo defina debería saber lo que es, sentirlo, vivirlo. Pero cómo confiar la definición a alguien que tal vez piense que lo ha sentido sin verdaderamente haberlo vivido en plenitud. Esa es mi duda, amor, y por eso quería saber tu opinión de poeta, de amante. ¡Cuántos creen amar sin saber realmente lo que es!
Debo decir que tu respuesta, más que una respuesta, fue la visión recobrada, algo que había perdido o que quizá nunca llegué a tener pensando que lo tenía. Que nos pregunten a nosotros, los que hemos amado, ¿qué es el amor? Que nos pregunten a los que ardimos en la llama de una pasión no consumada, que nos pregunten a los que todavía vagamos por hermosos lugares creyendo en la transmigración de las almas, con la esperanza de que tal vez así encontremos lo que perdimos en vida.
El amor es uno de los sentimientos más universales que existen, pero como sentimiento que es, no se puede definir o expresar con palabras, simplemente hay que vivirlo y ¡Qué bonito sería que hubiera más amor, menos odio y menos superficialidad en las relaciones humanas!
ResponderEliminarSí, la superficialidad y la frivolidad con la que han tratado algunos los sentimientos han machacado y relativizado las relaciones humanas, ahora todo es mucho más zafio.
ResponderEliminarPara mi el amor es un estado, que cambia y se puede convertir en desamor o inclusio en odio, por eso hay que alimentarlo todos los días, y eso es complicado en los tiempos que corren.
ResponderEliminarVerdaderamente hermoso escrito!
ResponderEliminarLa respuesta acertada a "cómo definir lo indefinible"
Gracias por tan hermósa perspectíva.
Leo una y otra vez.......
ResponderEliminarQue contenido mas rico, cuantos sentimientos profundos....
Que sensibilidad delatan.
Me han encantado!
La respuesta la identifico cuando dices:
Recógete dentro de ti misma y si es verdad que lo abrigas en tu alma, siéntelo y lo comprenderás, pero no me lo preguntes.
Amor es empezar cada día como si fuera el primero.
Dar hasta que duela.
El Amor empieza cuando servimos, cuando damos de nosotros mas de lo que podemos....
Gracias María Jesús, un fuerte abrazo
Muchas gracias por vuestros comentarios, eso anima.
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