Los Maquis en Reinosilla
Antonio Jiménez Peña
Lo que contaba a una amiga argentina sobre la
posguerra de España:
E
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n estos años mi padre que
era maestro de escuela, fue trasladado forzoso a la
escuela mixta de Reinosilla, en el Valle de Olea muy cerca del Alto Campó y de Reinosa,
en Cantabria. Los motivos parece que
fueron de tipo político: el maestro había
prestado
su
servicio militar, durante la pasada
Guerra Civil, en el
ejército del gobierno de la República, en Madrid y se
mantuvo fiel a su compromiso…
‹‹Como todos los días, yo venía de recoger la leche de un
bar y comercio, que también era fonda, que estaba situada cerca de la carretera que iba hasta Mataporquera. Los vecinos
la
llamaban Casa Sola, quizás por ser la única que existía en
aquel lugar.
La carretera
que unía
Reinosa
con
Mataporquera,
en
aquellos tiempos, era poco más que un mal camino, llena de
baches y de piedras.
Iba atravesando un soto y la hierba de las praderas
que estaba recién cortada y extendida para su secado,
desprendía un olor agradable. Por la ladera sur del
puerto del Gamonal bajaban tupidas nieblas— más pronto que tarde—, caería la noche cerrada.
De repente, entre las matas espesas del soto, apareció un
grupo de hombres barbados y sucios, vestidos con monos y
capotes de abrigo de un color
verde
terroso. Iban tocados,
con boinas negras
y con
pasamontañas de lana y estaban armados. Uno de ellos se interpuso en mi camino y apoyándome su pesada mano sobre el
hombro dijo:
—
¿Adonde vas chaval? Pronto caerá la noche.
¿Dónde vives y quién eres?—Me preguntó aquel
hombre.
—Voy hasta Reinosilla, vengo de Casa Sola, de recoger la
leche y soy hijo del maestro.
— ¡Caso en Dios! ¿Como te dejan venir tan tarde? Como
se están poniendo los tiempos, cualquier día te pasará algo
¡Díselo a tu madre!
— ¡Vamos
a
retenerlo
y
a
pedir rescate! Necesitamos dinero y
viandas, sobre todo
pan.
Se lo
pediremos
a
sus padres,
a cambio del chaval—Apuntó otro del grupo.
— ¡Muy ocurrente, Genaro! Con lo que gana el maestro no
tendrá ni para dar pan a sus hijos. ¡Búscate otro objetivo!
que
este no nos sirve—Apostilló el
que
parecía ser el jefe de aquel
grupo.
— ¡Dime chaval! ¿Coméis mucho pan en casa?
—Poco y negro ¡Señor! Yo no puedo comerlo. Lo mastico y al tragarlo me dan arcadas y lo echo— No puedo.
— ¡Anda márchate a casa y no digas a nadie, más que a
tus
padres, que nos has visto—¡Arrea!
Así lo hice y, emprendiendo un trote ligero y llegué a mi casa al poco tiempo.
Poco después fue detenido y preso el ventero de
Casa Sola, el padre de mi amigo Serafín El Gangoso. (Así le llamábamos todos
en la escuela porque hablaba por la nariz).
Este hombre, quizás bajo las amenazas de que harían daño a su familia,
había dado cama
y
comida
a
varias partidas de guerrilleros.
En la ocasión de una gran nevada se dio el caso curioso de que
hospedó en la fonda, al mismo tiempo y durante varios
días, a los guerrilleros de La Partida y a la Contrapartida de
la guardia civil; los unos en la planta primera y los maquis, en
el doblado.
No se cual sería el destino del
dueño de Casa Sola. Lo que si sé es que una vez
que
desapareció él,
mi amigo Serafín
y toda su familia
se marchó del pueblo ¡Fueron malos tiempos, para todos!
Vitoria 16 de mayo
de 2.011
No sé mucho de los maquis ni de esos años de la historia de España, pero debieron de tener gran importancia en la lucha contra el franquismo, aunque desaparecieran.
ResponderEliminarTiempos dificiles los que les tocaron vivir,según contaban nuestros abuelos, con la dictadura,
Pues sí. Pero a mi no me lo contaros mis abuelos, ya que el niño de la leche era yo.
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