Las madres de la Plaza
los Sitios
Llega el buen tiempo y
los gatos empiezan a salir a la calle, bueno, esto es sólo una forma de hablar.
La Plaza de los Sitios de Zaragoza es una de las plazas más bonitas de la
ciudad; en la fotografía aparece el parque para gente menuda vacío, pero con
esta primavera anticipada comienza ya a animarse: niños, madres, padres,
abuelos, abuelas, cuidadoras y conocidos. Es una delicia ver a los niños
jugando, relacionándose con otros y es otra delicia la tranquilidad de algunas
madres a la hora de cuidar a sus hijos. Madres modernas que están al tanto de
los progresos diarios de sus hijos, madres que sólo hablan de sus retoños,
madres que utilizan un lenguaje de amor y empalago para dirigirse a ellos… Madres,
añadiría yo, que cuando se juntan con otras madres para hablar de sus hijos se
olvidan de ellos y estos campan a sus anchas.
Y digo esto porque el
año pasado fui testigo de cómo un niño de unos cinco o seis años se caía de la
bicicleta y tuvo que ser auxiliado por una señora que cruzaba la plaza. ¿Y
dónde estaba la madre? Pues estaba ajena a todo hablando en corrillo con las
amigas, supongo que de su hijo. La señora le preguntó al niño dónde estaba su
madre y llorando apuntó con el dedo. La señora comenzó a llamarla y la otra
nada, a los suyo, hablando sin oír; al final, después de insistir en repetidos
llamamientos, puso cara de asustarse mucho y como una histérica corrió hasta
donde estaba el chiquillo. Llegada al lugar, hizo ver que era una madre modelo
y se deshizo en mimos y arrumacos con su pequeño. La señora y yo nos miramos
con gesto interrogativo, así como diciéndonos con la mirada: Y luego que pasan
cosas… ¿Se puede dejar a un pequeño en bicicleta dando vueltas alrededor de la
plaza y olvidarse de él?
Pero este incidente me
lleva a otro. Semanas antes una niña de la misma edad me atropelló con la
bicicleta. ¿Los padres? Pues los padres mirando la hazaña de su hija. La madre
acunaba entre los brazos a su bebé y el padre ejerciendo sólo de cuerpo
presente, sin hacer nada, sólo mirando. La niña perdió el equilibrio y me envistió
metiéndome la rueda de la bicicleta entre las piernas, aclarar que la rueda era
de montaña. Yo por fortuna no sufrí más que la incomodidad de tener que pararme
y recomendarle -sin enfadarme ni poner mala cara- que debía prestar atención a
los peatones. De hecho es una plaza muy frecuentada también por personas
mayores. Pero el padre –viendo la acción- no corrió, vamos, ni se inmutó, sólo
hizo gestos, momos. La niña parecía desorientada pero siguió a los suyo,
intentando recuperar la marcha. Cuando llegué a la altura de los papis se
disculparon discretamente, sin más. La niña siguió a los suyo y los padres
también.
Las madres modernas
hablan de los progresos de sus hijos, de la educación, siguen al dictado lo que
leen en esos libros editados en ayuda de los padres; las madres modernas hablan
de la salud de sus hijos, de las vacunas, de la alimentación. En fin, las
madres modernas hablan y hablan de sus hijos, pero me da la sensación de que
los atienden poco.
Yo aprendí a ir en
bicicleta de la mano de mi madre o padre: yo le daba a los pedales y ellos me sostenían
del sillín. Hasta que no me vieron seguro sobre dos ruedas, ellos no me dejaron
de la mano. Eran otros tiempos, muchos aprendieron las cosas a puro de
bofetadas y con el tiempo agradecieron a sus padres la terapia. Pero decir esto
es políticamente incorrecto, lo sé. Hoy en día los padres se aprenden la teoría
pero no la ponen en práctica, ejercen de padres pero sólo de boquilla. Y es que
veo que muchos, más que educar a sus hijos, los amaestran. Educar es estar
pendiente de los hijos, escucharles y perder el tiempo hablando con ellos,
enseñarles modos, rectificarles… En fin, ser padre o madre exige una dedicación
de veinticuatro horas. Es muy importante la educación de los hijos, enseñarles,
disciplinarles; más que nada porque ahora se quedan en casa hasta los treinta y
tantos, tantos…. Y hay que aguantarlos, así que mejor que estén bien educados.
La verdad esto que cuentas Enmascarado es una verdad como un templo.
ResponderEliminarYo puedo poner un ejemplo: a principios de més fue el cumpleaños de mis sobrinos, acudieron todos los amiguitos con sus papás, pero mientras los niños hacian de las suyas, como tirar piedras, pegarse, etc, los papis de cháchara, comiendo, bebiendo, fumando y los papás anfitriones atendiendo a los hijos,y estos haciendo caso omiso, es decir que ¡ni caso!.Probablemente estaban hablando de sus hijos.
Estoy también de acuerdo, igualmente podria citar un montón de casos de niños sin educación, por ejemplo, en el Corte Inglés vi a dos niñas sacando juguetes de una estantería y las madres, al lado, sin hacer caso ¿Y si rompen algún juguete? Por supuesto las madres echarán la culpa a la tienda diciendo que no tenían que estar al alcance de los niños. Pienso que todos hemos recibido más de un grito o algún cachete y no nos hemos traumatizado.
ResponderEliminarCelebro mucho este post. A los niños se les está educando de cualquier manera. Y educar a un niño es una labor que hay que hacer con esmero. no cabe la dejadez ni la desidia ni un sólo momento. Si no entiendes que los hijos son una prolongación de uno mismo, es que no sabes lo que es ser padre. Claro que tienen su personalidad y hay que respetarla pero siempre pendiente de que sepan estar en los sitios.
ResponderEliminarVlad