CINCO NARCISOS FRESCOS
Fidel Alejo
(Continuación)
Fragmento de Cinco Narcisos Frescos de Fidel A. Puig. Novela que transcurre durante la Revolución Rusa de 1917 y la ejecución de la familia del zar Romanov, incluyendo al legendario Rasputín. Ya, en el periodo de la Unión Soviética, surgió un bulo contrario a la versión oficial que aseguraba que no toda la familia había sido ejecutada, e incluso que habían llegado a España tras pasar por muchas vicisitudes, llegando a visitar incluso el Maestrazgo y Zaragoza. Os dejo el enlace donde podréis encontrar esta interesante novela. http://www.finisterraediciones.com/cinco-narcisos-frescos.html
Ya en el tren larguísimo, tras un
fuerte ascenso con más de sesenta vagones, se entraba en un gran túnel que para
tranquilidad de los viajeros, a la entrada y salida, estaba custodiado por
tropas militares; venía un valle, y luego ya las montañas de los Za-Carpatos.
Allí bajaron viajeros y subieron otros, y cuál fue mi sorpresa que vi subir a
una madre con su hijo, y su rostro enseguida me hizo recordar mi juventud. iEs
ella! iGala!, mi primer amor, aunque nunca fui correspondido, más bien
despreciado; y recordé la época de mis viajes a la ciudad para sacar mi título
de técnico periodístico, ella sacaba el título de planificación. Nos veíamos a
la salida de las clases, y poco a poco aumentamos la amistad. El tren seguía
subiendo de nuevo la montaña para dejar el valle y entronizarse en otro nuevo
túnel, y es cuando recordé aquella semana tan fría de diciembre de 1.980. Nevó
muchísimo, las temperaturas bajaron a -25 grados Centígrados. No me podía ir a
casa y Ga la me llevó, con el permiso de sus padres a pasar allí la noche, y así
al otro día, si ya habían limpiado los ferrocarriles, podría regresar a
Borisbol. En la velada, su padre Pietor, me contó anécdotas sobre la época de
la pasada II Guerra Mundial, y también me habló de algo que nunca había
comentado él, me dijo:
- Cobro una buena jubilación y
tengo privilegios de cuando la II Guerra Mundial y (se levantó y buscó entre
sus documentos en su armario, un cuadernito manuscrito), mira, es de un
periodista, me lo dejó un momento antes de morir. Hay cosas escritas de la época
del zar Nicolás II, su familia y un monje. Pero lo que cuenta es distinto a lo
que siempre nos han contado y por eso no lo he dicho a nadie.
-Trae (dijo su esposa Simonenca)
siempre con tus asuntos misteriosos, ojalá no lo hubieses traído de la casa de campo...Por
favor Alexo, olvida esta conversación, si lo supiera la KGB, tendríamos
problemas.
-Puede estar tranquila, nada diré.
Aquella noche pensé mucho en aquel diálogo. Al otro día, Gala desde el
balcón me enseñó el paisaje, tras frotar los helados cristales para poder ver,
pues estaban ramificados y escarchados sobremanera.
-Ves- dijo Gala- tras el lago, y
aquel bosque de coníferas y ese otro de abedules, allí está la casa de campo
que ayer mi madre nombró, y que guardaba sus papeles de guerra...
- ¡Claro! –recordé la lápida, ya
sé. Esas siglas y esas flores grabadas. Por eso no lo podía relacionar.
Al salir del túnel, se lanzaba el
tren con más velocidad, pues iba bajando y dejando atrás las grandes montañas
redondeadas, hacía sopor, era aquel año un verano caluroso. Los campos a lo
lejos amarilleaban, no en balde le dicen a Ucrania el granero de Europa, campos
y campos enormes. La distancia a la ciudad era todavía de quinientos kilómetros
y decidí hacerme el encontradizo con Gala. Pues así le solicitaría poder ir a
su casa y ojear aquel pequeño cuaderno .
- ¡Hola! nos conocemos. Galina ¿no?
- Alexo, ¿Tú aquí?
- Sí, regreso de vacaciones, he
estado en la zona de los Balnearios.
-¡Vaya! yo también... cuánto
tiempo... mira mi hijo Fiedorovich, tiene ya 12 años...
-¡Hola guapo! El niño sonrió y
siguió jugando con un megaboi).
-Ya veo que estás casada.
-Sí... Y ¿Tú?
-Soy muy bohemio, esto del
periodismo. Pero sí, también tengo compañera y dos niñas Julia y Marina, que
ahora están en el camarote con sus abuelos. La verdad es...que estoy
separado...
-Mi marido está en Kamchatka, es
transportista, y por eso hemos pasado las vacaciones solos, aquí en los
balnearios de los Za-Carpatos junto a un lindo lago. Allí en Kiev, hace mucho
calor y con esta nueva vida capitalista, la ciudad está ya llenándose de
polución. ¡Qué tiempos!
- Ahora que dices el
lago... recuerdo que tu madre me dijo que teníais una casa no lejos del lago.
-Sí, pero con el cambio de moneda,
perdimos mucho dinero guardado y mi padre se vio obligado a vender.
-¿Que tal tus padres?
-Bien, más viejos, ya ves, nosotros
ya tenemos 37 años. Vi aquella tumba que me dijo había en Svalaba.
-Oye. ¿Podrías resumirme algo de
aquellos apuntes que tenía tu padre, sobre el último zar?
-¡Va…! Era todo mentira, pero si
quieres te cuento algo, esos papeles pararon a la basura. Por cierto los
ortodoxos quieren hacer santo al último zar. ¿Y si había algo de cierto? Yo
pienso que merecidamente el Santo era el monje.
Y me fue narrando brevemente una
historia muy diferente a la que siempre habíamos oído contar.
Luego respetuosamente nos
despedimos.
- ¡Adiós!
- ¡Hasta la vista! Al salir ya me
verás con las hijas.
Pero ya no nos vimos...
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