miércoles, 20 de noviembre de 2013



El FUTURO DE MARAVILLAS

 
      Desde que están los del PP en el gobierno los funcionarios trabajamos más, cobramos menos y tenemos menos días de vacaciones. La mayoría de la gente se alegra de estas medidas, de todos es sabido que los funcionarios tenemos mala prensa. Pero quien manda, manda, y la orden es dar caza y captura al contribuyente, al humilde ciudadano de a pie. Y luego dirá el contribuyente que los funcionarios no trabajamos... Pues estamos trabajando más que nunca inspeccionando al contribuyente para que se siga alegrando de que nos hagan trabajar más y mejor, todo esto es por obra y mandato de Montoro. Si hay crisis y encima no hay dinero; la solución son las multas, las inspecciones, la subida de impuestos y los recortes. ¡Más y más trabajo para los funcionarios! Me avergüenzo pero debo confesar, que en estos dos últimos años se han desatado mis instintos más bajos en cuestiones de trabajo, por eso me viene a la memoria la canción de La Funcionaria Asesina que cantaba Alaska, allá por los años 80. ¡Ganas dan de coger la motosierra…! De todas formas estamos a veinte de noviembre, ¡ya sólo le quedan a Montoro dos años como Ministro de impuestos y perseguidor al contribuyente! Porque hasta ahora no ha hecho otra cosa en su mandato. Bueno, también decir tontadas en lugar de dar explicaciones coherentes y racanear.
 
     Pero lo que más nos preocupa a los funcionarios es nuestro futuro, la jubilación, y me parece que lo tenemos crudo; creemos que a los que nos quedan diez años hasta llegar al día de liberación, ese bendito día en que nos corten las cadenas que nos atan a la Administración… Pues en esas estamos, pensando y casi  estamos convencidos de que ese día no va a llegar nunca, porque no habrá dinero para pagarnos la pensión y nos tendrán trabajando hasta que se nos caigan los dientes de viejos.
     Previendo el futuro que nos espera, nos estamos haciendo a la idea del nuevo mobiliario de oficina y de los accesorios que deberán ir preparando en el Ministerio de cara a tener funcionarios septuagenarios y octogenarios; si la vida y la salud lo permiten, claro. Lo cierto es que nos vemos todos, en breve, dándole al ordenador con un happylegs en los petetes y las piernas tapadas con una manta de cuadros. Hemos propuesto a los jefes, que vayan preparando una rampa con silla para subir las escaleras de la entrada. Muy importante y a tener en cuenta, esto ya como medidas de prevención de cara evitar operaciones quirúrgicas, necesitaremos unas buenas lupas de aumento y pantallas gigantes de ordenador con letras extra-grandes. Y es que al paso que vamos tampoco habrá dinero para pagar este tipo de intervenciones oculares, así que lo mejor será que vayan preparando material óptico en condiciones.
     Quiero aprovechar la ocasión de este espacio, que el universo Google me brinda, para dar una idea a toda esta gente emprendedora. Es necesario que vayan pergeñando y preparando una patente para el invento de un ratón para artríticos, pues al paso que vamos los funcionarios padeceremos esa enfermedad profesional; también sería interesante un ratón anti-temblores. A las personas mayores les suelen temblar las manos. El panorama de cara a la vejez de los funcionarios será de lo más ortopédico: una pantalla gigante de ordenador, un ratón para artríticos y dándole a los petetes con un happylegs. Todo esto será así, suponiendo que lleguemos por nuestro propio pie, porque de lo contrario que vayan preparando sillas de ruedas y ensanchando los espacios para la movilidad. Otros irán con bastón, esto puede ser un arma peligrosa en la vejez, sobre todo en casos conflictivos. ¡Menudo cuadro se le presenta al contribuyente cuando se asome a la ventanilla! Más que estar en la Administración, les parecerá visitar un pabellón de reposo. Se me olvidaba lo mejor, ¡qué fallo! El sonotone. ¡Qué bella estampa! Una cuadrilla de viejos atendiendo al contribuyente a gritos. ¡Qué! ¡Eh! ¡Ah…!

miércoles, 13 de noviembre de 2013


Recordando a Albert Camus, Combat

María Jesús Mayoral Roche
 

     El pasado 7 de noviembre se cumplieron cien años del nacimiento de Albert Camus, escritor y hombre comprometido con la época que le tocó vivir. Hace tiempo que retiré del estante de la librería El Extranjero, tuve que hacerlo. No sé por qué estaba enganchada a esa lectura, en cualquier momento me sentía atraída a coger el librito y releerlo, sin dejarlo y hasta el final; el efecto seguía siendo el mismo, no me dejaba indiferente aun sabiendo lo que iba a pasar. Verlo en el estantería suponía un reto, me decía: voy a leerlo a ver cómo me deja esta vez el estado de ánimo. Reconozco que había cierto masoquismo en este desafío, pero creo que necesitaba el impacto de esa lectura. Si el inicio era y es frío como un témpano, el resto no sabría calificarlo. Esa escritura concisa que te araña en cada línea y resumir el pensamiento del protagonista en una simple frase cargada de pesimismo y desesperanza; estas formas, me han hecho una admiradora incondicional de este escritor, periodista y filósofo. Y después de tantas lecturas, me atrevo a decir que El Extranjero es una novela que nunca quedará desfasada con el paso del tiempo, porque la naturaleza de su protagonista la ha hecho ya inmortal.
Tengo que aclarar que me tocó vivir aquella época en la que los existencialistas estaban de moda. Leer El Extranjero con dieciocho años -con los dieciocho años de hace treinta y cuatro- era una temeridad a los ojos de algunos profesores. No teníamos edad -eso nos decían. Pero el mayor peligro de aquella lectura era entenderla; comprenderla suponía una sacudida mental, suponía el descubrimiento existencial y su carga. Y descubrir la existencia en la edad de la inmortalidad creaba malestar, era como un revulsivo. Sin embargo si le pidiésemos la opinión de esta novela a un joven de nuestros días, quizá nos sentiríamos extrañados de su respuesta. Porque el perfil de un asesino como Meursault, el protagonista de una novela de hace setenta años, es totalmente actual.
Si tuviera que elegir entre toda la obra de Camus me quedaría con “El hombre rebelde” y “El primer hombre”, con sus reflexiones; esas reflexiones que a veces me han dejado paralizada, que me impiden seguir adelante en la lectura porque me obligan pensar. Y es que Camus más que hábil a la hora de analizar o argumentar es contundente, y lo hace con el peso de una verdad desnuda: ésta es su fuerza. Estamos hablando de literatura comprometida y en esto Camus ha sido uno de sus máximos exponentes, y lo es porque además de su compromiso tenía algo más, autoridad moral. Hubo otros escritores comprometidos; pero sin coherencia, vendidos a la moda del momento y sobre todo a sus mentiras.
 Hoy en día estamos faltos de pensadores, analistas y periodistas comprometidos. Pero la triste realidad me lleva a decir que nadie les haría sitio en la sociedad actual, donde escritores y periodistas se venden al mejor postor; donde los pensadores han quedado reducidos a analizar y enjuiciar conductas. Ninguno de estos se atreven a levantar el dedo acusador, ninguno se atreve a señalar: quieren llenarse los bolsillos y eso sólo consigue siendo políticamente correcto. Pero esto tampoco es una novedad. Moral y Política de Albert Camus es una recopilación de los artículos que escribió para el periódico Combat, un testimonio de los años críticos de la vida pública francesa (1944-1949). En este punto diré que la historia parece complacerse en repetirse de nuevo. Esto decía Camus en su artículo “Crítica de la nueva prensa”:
Sabíamos por experiencia que la prensa de preguerra había perdido sus principios y su moral. El afán de dinero y la indiferencia por las cosas nobles había actuado al mismo tiempo para dar a Francia una prensa que, con raras excepciones, no tenía otro propósito que acrecentar el poder de algunos, ni otro efecto que envilecer la moral de todos. No le fue, pues difícil a esta prensa convertirse desde 1940 a 1944 en la vergüenza de este país.
En su artículo “El no creyente y los cristianos”, decía así:
Hay en primer lugar, un fariseísmo laico al cual trataré de no ceder. Llamo fariseo laico a quien finge creer que el cristianismo es cosa fácil y aparenta exigir del cristiano, en nombre de un cristianismo visto desde afuera, más de lo que se exige a sí mismo. Creo efectivamente, que el cristianismo tiene muchas obligaciones, pero no corresponde a quien las rechaza recordárselas al que las acepta.
Han pasado casi setenta años desde que Camus escribiera esto, y me pregunto leyendo estos párrafos, cuánto hemos avanzado desde entonces. ¿Nada? Sin embargo Camus tuvo su espacio en su tiempo; si le hubiese tocado vivir ahora me pregunto también si le hubiesen dejado ocupar una tribuna o más bien habría sucumbido bajo la globalización: ese azote que reduce pensamientos y devora pensadores.

viernes, 1 de noviembre de 2013


Difuntos y Ánimas

María Jesús Mayoral Roche  

 
Cementerio de Carcassonne

 Amato Fabio:

         Tras conocer la trágica noticia de la muerte de Claudio, tu mejor amigo, te has recluido en una casa de la Toscana. Quieres huir del dolor, pero el dolor está dentro de ti. No tienes consuelo, los buenos recuerdos, los ratos vividos junto a él se apoderan de ti en estos momentos y te duelen en lo más hondo de tu ser. Cuando la muerte se lleva a un ser querido, una parte de nosotros muere también, algo nuestro se va con él. Tu amigo ha muerto, pero nosotros no sabemos cuánto vamos a vivir. Piensa, que los héroes y los mitos murieron jóvenes.
         Ha muerto tu primer gran valedor, tu única compañía de la infancia. De niños, él defendía tu fragilidad frente a la cruel tiranía a la que te sometían tus compañeros, que te despreciaban porque eras delgaducho y pálido, porque sabían que no podías volverte contra ellos. Malo es ser débil y mucho más parecerlo. Eras inocente, te acusaban de no hablar, de no hacer travesuras y te llamaban cobarde. Los inteligentes no son cobardes sino cautelosos, prudentes. Escapabas de los gritos, de los enfrentamientos, vivías en tu mundo; ese mundo que la imaginación nos reserva ya desde niños y nos aleja del real porque nos parece minúsculo, insignificante. Ellos no podían comprenderte y tú, sin saberlo, eras un privilegiado en tu universo de personajes ficticios y hazañas imaginarias.
         No maldigas la vida ni la muerte, para muchos es lo mismo. ¿Cuántos muertos hay entre los vivos? ¿Cuántos después de muertos siguen todavía vivos? El paso del tiempo, dicen, que lo borra todo; pero para los que amamos intensamente, no habrá un día en el que no recordemos a aquellos que han formado parte de nuestra existencia dejándonos su legado particular.
         Si te sirve de consuelo: dedica tiempo a tus muertos más queridos, coge sus fotografías y habla con ellos en tus momentos más bajos. En mi dormitorio sobre una vieja cómoda descansa una colección de fotos en sepia de mis antepasados, a algunos ni los conocí; pero es tanto lo que sé de ellos a través de los relatos de mis abuelos, que los quiero casi tanto como a ellos. Porque muchas veces no sólo quieres a los que te quieren, sino también a los que ellos han querido. Todas las noches, antes de apagar la luz, dedico la última mirada del día a esos retratos para pedirles que protejan mis sueños.
         Claudio fue tu defensor, el que te alivio en tantas ocasiones de una pesada carga, tu paño de lágrimas, el consuelo en tu desolación: seguirá estando a tu lado, no lo dudes. Volverás a pedirle consejo y razonarás de la misma forma que lo haría él, escucharás su voz.
         El tiempo borra lo malo, lo desagradable, lo que no es digno del recuerdo. Lo bueno y los buenos siempre prevalecerán, Claudio estará siempre contigo.
         Cuando frecuentaba la biblioteca del Ateneo me gustaba hacer un alto en el trabajo, y bajar a la Cacharrería para fumar un cigarrillo frente al retrato de Séneca, hablaba con él y me parecía sentirlo a mi lado; me volvían al pensamiento las frases, consejos y ejemplos que tan magistralmente supo plasmar en su obra. Si me sentía agobiada, me repetía a mí misma su lema estoico: soporta y renuncia. Lee “La consolación a la madre Helvia”, quizás veas las cosas de otra manera, la resignación como consuelo puede ser una pobre solución al sufrimiento; pero siempre hay un sitio para la esperanza. La vida sigue para los vivos, debemos continuar el camino emprendido: solos o acompañados,  tristes o felices.
         Recuerda a tu amigo cuando te llevaba esa cartera con la que tú no podías, piensa que él te seguirá ayudando. A los buenos la vida siempre les reserva lo mejor y en la muerte, forman parte de una reserva especial que nos protege. Tú mismo lo notarás, incluso puede que lo sientas a tu lado.
         Más de una vez he sentido de cerca a alguno de los míos, particularmente a mi abuelo paterno. Cuando era pequeña y mis padres se ausentaban, él me cuidaba; su espíritu dormía en la planta baja de la casa y yo en la segunda. Mis padres cerraban la puerta y yo le decía: abuelo otra vez nos han dejado solos. Él me contestaba: no te preocupes pequeña.
         Sé que estás llorando, no quiero que llores. Que no te hieran los recuerdos, que tu garganta no se ahogue por el dolor. Claudio, ese amigo que tuviste de niño, se ha convertido en tu madurez en el amigo imaginario que te faltó en tu infancia. Piénsalo así.
         En estos momentos me apena no estar a tu lado. No te aísles del mundo ni te encierres en ti mismo, no se puede huir del dolor.

         Un forte bacio.

 

Fragmento de mi libro Cuore Ingrato (sin publicar)