viernes, 2 de mayo de 2014


EN LA TRASNOCHADA

María Jesús Mayoral Roche


Palazzo  Branciforte

M

No sé si algún día terminaré de visitar y conocer todos los palacios de Palermo. Cada año descubro uno nuevo; bien porque ha estado cerrado durante años, bien porque ha sido recientemente restaurado o bien porque lo han abierto con motivo de alguna exposición. El pasado año visité el Palazzo Branciforte, una joya del siglo XVI. Este palacio pertenece a la Fondazione Sicilia, antes Fondazione Banco di Sicilia. Recuerdo que hice la visita un sábado por la mañana, llegué a primera hora, quiero decir sobre las diez y media. En la entrada me advirtieron que la visita al palacio era de pago y además guiada. Pregunté las frecuencias de los grupos y si tendría que esperar mucho tiempo. En Sicilia nunca se sabe si la visita va a ser para una o para quince personas, a esto hay que añadir que la imprecisión es una característica de la isla. Mi pregunta tuvo respuesta inmediata: en cuanto pagara la entrada daría comienzo la visita. En un principio pensé que la visita iba a ser para mi sola, en Sicilia es frecuente ver museos y palacios en compañía del guía; pero la guía llegó y le avisaron que había otras dos visitantes más esperando. Muy amablemente se presentó y empezó la explicación en italiano. Se me hizo raro que no preguntara si había algún problema con el idioma, lo cierto es que dio por supuesto que las tres éramos italianas.
El Palazzo Branciforte tiene un espacio museístico importante, una gran biblioteca,  la escuela de cocina dedicada al gambón rojo, la parte perteneciente al Monte de Piedad de Santa Rosalía y un restaurante de lujo. La guía comenzó explayándose con el estilo arquitectónico del palacio, de las ampliaciones del mismo con el paso de los siglos y de los sucesivos moradores. Branciforte significa “brazo fuerte” y de ahí la representación de esta característica en el escudo heráldico. Los italianos son muy dados a poner títulos, a intitularse y hacerse reconocer ante los demás a la primera de cambio. La guía explicaba animadamente las sucesivas ampliaciones del palacio llevándonos de un lado a otro del patio central. Una de las señoras que seguía atentamente las indicaciones, en un cierto momento creyó conveniente presentar a su amiga aclarándonos que era alemana y una eminente profesora de universidad. La joven guía no se dejó impactar y la alemana que hablaba el italiano a duras penas y con un acento tedesco (alemán en italiano) brutal, bajó la cabeza y siguió atenta las explicaciones.
El palacio era una maravilla, la restauración perfecta y todo iba bien. Pero cuál no sería mi estupor cuando llegados a un momento de la visita y de la historia siciliana, concretamente al de la dominación aragonesa, la guía se permite la licencia de hacer referencia a la corona catalano-aragonesa. Me quedé muerta al oír aquello, una siciliana hablando de la corona catalano-aragonesa. Por supuesto en cuanto terminó aquel paréntesis de la historia, la paré en seco y le pregunté en italiano, con mucha ironía: ¿Esto de la corona catalano-aragonesa se estudia aquí así, quiero decir que si en los libros de historia viene denominada así? La joven negó con la cabeza y me miró de refilón. La profesora alemana me miró sorprendida. Entonces me descubrí ante las tres y les dije que era española y aragonesa. La guía me contestó que lo había notado en mi acento y empezó a hablarme en español, me dijo que había estudiado y vivido en Barcelona. Yo seguí hablando en italiano, pues quería que la profesora alemana y la otra, que también lo era en una ciudad del Véneto, se enteraran de lo que está pasando con la apropiación por parte de los catalanes de una corona que no les corresponde. Y dicho sea de paso poner a la guía en su sitio. Tal fue el ramalazo de soberbia que me dio, que la alemana y la italiana permanecieron atentas a cuanto decía y a la guía no le quedó otro remedio que callarse y pasar a otro tema. No era para menos, pues le dije que la corona catalano-aragonesa no había existido nunca, que Cataluña nunca había sido un reino y que la única corona conocida y reconocida en la historia es la Corona de Aragón. Le recomendé a la joven, que fuera de la historia todo lo demás es política y que la política es mejor apartarla; que los acontecimientos históricos no se pueden sacar de contexto. Al final para que quedara claro, apostillé que la corona catalano-aragonesa es una invención catalana de última hora y que salvo ellos nadie la reconoce. A la guía no le agradaron mis palabras, mejor dicho, no le agradó que diese la explicación en italiano. Ella quiso llevarme a su terreno hablándome en español, sabía o esperaba que yo siguiese la conversación sobre la corona catalano-aragonesa en español para que todo quedara entre nosotras; pero claro, echarle en cara -ante dos profesoras de universidad, dos autoridades- esa parte de la historia mal contada por su parte, le hirió.
Aquella situación un tanto tensa me propuse mejorarla a la primera de cambio. Yo me imaginé que a la guía alguien le había comido el tarro en Barcelona con el tema de su corona inventada o fantasma. Claro que soltar a sabiendas una paletada semejante ante gente que no conoce esa parte de la historia, pues cuela; sin embargo soltarla ante gente que ha estudiado historia, te deja como una incompetente. Llegados a un punto de la visita, en mi opinión el más impresionante e interesante, dejé caer uno de esos comentarios que dichos a tiempo te salvan o te encumbran. Estábamos en las salas del Monte de Piedad de Santa Rosalía. Un gran laberinto de madera con escaleras, estantes, anaqueles y estrechos pasillos. Fue entonces cuando dije: Este lugar me recuerda Las Cárceles de Piranesi. Fue entonces cuando la alemana se quedó un tanto maravillada y dijo: Es cierto. Y siguió maravillándose del lugar mirándome con agradecimiento por haberle desvelado la fascinación del lugar. La guía me dio la razón con fastidio.
Después de dejar escrita en esta trasnochada, lo que yo llamaría una anécdota; no dejo de reconocer y confesar mi ramalazo de soberbia. Y es que no me puedo contener ante la brutalidad de estos tiempos que politizan todo, llegando a desvirtuar los hechos históricos, sirviéndose para ello de la ignorancia social imperante.
Os dejo un vídeo completo sobre la restauración de este precioso e importante palacio. Fue el propio Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, el encargado de inaugurarlo antes de abrirlo al público.