martes, 5 de septiembre de 2017

CRÓNICA NEGRA
Por Azulenca


 Cadaqués, lugar de veraneo del independentismo catalán.
Los Telediarios… Dada mi visión socarrona de la política, reconozco que los Informativos siempre me han divertido. Sin embargo, últimamente los Telediarios… En fin… son de llorar, son una pena… Ese  Beatle trasnochado de Puigdemon, ese adalid del independentismo de segunda regional, es decir, de una región sin futuro ni presente, sin dinero ni proyecto y en medio de la zozobra… Me aburre el independentismo catalán, me da igual, estoy saturada y creo que le pasa igual al resto de España. Lo peor ha sido el final del verano, los atentados en Las Ramblas y Cambrils, esa ha sido la tragedia que no ha conseguido silenciar el proceso catalán, ni siquiera una masacre logra silenciar la política independentista. Cuando sobreviene la muerte es necesario el silencio, el dolor, el luto, la reflexión… Pero no, en Cataluña, no. Este atentado se ha manipulado para decir lo buenos que son, que no necesitan de nadie y que la culpa la tiene España o lo que es lo mismo, Madrid. El colofón a la tragedia fue una  manifestación patéticamente  política. Lo cierto es que sobraba la patochada de esa manifestación, los políticos y la manipulación, también estaba de más el Soberano, que para hacerlo de menos le colocaron a los flancos… en fin, mejor una imagen. Y más que una manifestación luctuosa fue la recreación de un dolor ausente. Y luego la alcaldesa, esa alcaldesa que detesta el turismo, que le sobra el turismo y se encuentra con lo que se encuentra y llora… Y viendo la zafiedad política, en general que nos representa, que llora sin emoción, que no sufre pero rabia y suma y sigue en más de lo mismo, me digo que la ruina de este país es su clase política.
  Dejando a un lado el atentado en Las Ramblas, el resto de noticias estivales han sido los incendios, los accidentes de tráfico, los maltratadores, las desapariciones, la mujer desaparecida con sus hijos, la supuesta secuestrada en México y luego asesinada, la pareja encontrada dentro de un coche en el fondo de un pantano… En fin, un verano con playas repletas de personal y carne tendida al sol por una parte y por otra una España negra y harta de tanta amargura. 
Voy a dejar este tema que me revuelve y lastima porque yo soy Azulenca, y Azulenca es alegre; pero quería rendir un homenaje a las víctimas, unas víctimas silenciadas, apenas nombradas, simples turistas paseando por Las Ramblas en una tarde fatídica. Descansen en Paz.
El pasado mes de junio estuve en L’Escala, Girona. Cualquier día me sacudirán algún guantazo porque no me corto un pelo y en cuanto piso territorio catalán pienso en voz alta. Nada más llegar pregunto a un amigo si habían cambiado el código de entrada a la urbanización donde tiene el apartamento, va y me dice que el nuevo código era la fecha  de la díada. Al oír aquello tiré la maleta y le pregunté con guasa: ¿Ya no había otro código mejor para poner? Sin cortarme, me pongo seria y con emoción, lanzo: ¡Visca una Catalunya grande y libre… ! La juerga en mitad de la calle se hizo sentir. Al día siguiente, viendo toda la rotulación en catalán, empiezo a leer en voz alta y con mucha retranca todos los carteles en catalán, tampoco había otra opción y añadía: A base de leer carteles en catalán voy a aprender a hablarlo. En plan hacer la puñeta me dediqué a hablar catalán allá don iba, ni os cuento la juerga y el mosqueo del personal. El colofón fue la estación de tren de Girona. Entré en una tienda a comprar un abanico que me había gustado y me dice el tendero catalán, que los abanicos eran españoles y le digo con asombro y socarronería: 
- No me lo puedo creer, abanicos españoles, aquí, qué raro… 
Y va y me suelta el comerciante: 
- Que los habían fabricado en Valencia, que los de los chinos son muy malos…
Les cuento lo sucedido a mis amigos y sabiendo como las gasto con este tema, me dicen: 
- ¿Eso le has dicho? Cualquier día la tendremos contigo, aquí esas bromas… 
No, no la tendremos porque yo me lo tomo con humor y no saben por dónde cogerme, por dónde tomarlo, no les queda claro mi comentario. Y es que el sentido del humor catalán… es… soso, inconsistente. Muchos se ríen cuando digo que son tacaños hasta para decir te amo: T’estimo -se dice en catalán. Hasta para decir te amo se quedan escasos. Hay excepciones, pero  no entienden la socarronería maña. Como suelo decirle  a un buen amigo catalán independentista a los postres: Los aragoneses somos y hemos sido expansionistas y vosotros en estos momentos sois reduccionistas y así os vais a quedar, jibarizados.
En octubre seguiremos hablando del Procés Catalá, viendo en el Telediario al Shrek de los Paisos Catalans, Junqueras; seguiremos aguantando al Beatle trasnochado de Puigdemon y a toda su pandilleta de playa y chiringuito proclamando la patochada regional. Y seguiremos oyendo España nos roba… Pero nos hemos acostumbrado a oír robar como predicado de la política nacional. Robar, estafar, comisiones, sobres… Y mientras el Elfo económico Montoro persigue a los artistas y deportistas, los políticos no rinden cuentas a nadie, nos hacen ver unas cuentas escasas, pero ya sabemos de qué van…
No sirven, no nos sirven estos políticos que eligen a los suyos para hacer de las suyas. Hemos tenido un imán de Ripoll activista, por más señas, buscado, deportado y danzando por todo el territorio nacional como si nada, coleccionándose bombonas de butano para dar mayor gloria a sus creencias, tanto es así que con sus obras se fue directo con las huríes y otras mozas del lugar. El imán… ¿pero de verdad era un imán? 
Yo soy incrédula por naturaleza y no me creo nada de lo que me cuentan ni los nacionales ni los regionales, el balance: las víctimas de las Ramblas, sus familias. El resto… una patochada, una representación falsa del dolor, de la tragedia… Los muertos se merecen respeto, luz y oraciones…