sábado, 4 de febrero de 2017


                          
EL ARTE DE NO AMAR


Galería de Arte Moderno (Palermo)
Los padres debemos aprender de los hijos y en ello estoy. Hace un mes mantuve con mi hija menor una conversación durísima. Los padres, también es cierto, sentimos mayor debilidad por los hijos imbéciles y ésta me  da auténticos quebraderos de cabeza: no hay forma de centrarla. No triunfó mi plan de emparejarla con el hijo de una amiga y la veo dando tumbos en la vida, y como es tonta, presiento que caerá en manos de algún desaprensivo. Me preocupa, me quita el sueño. El caso es que una tarde llegó a casa muy cabreada y me contestó mal, amarga. Esto es algo que no consiento, por otra parte me pareció extraño, ella suele estar de buen humor. Le pregunté directamente:
            - ¿Te ha dado plantón tu adorador de turno? -le dejé caer.
          - Le he llamado para quedar el sábado y me ha contestado que había quedado ya con sus amigotes para ver el derbi Real Madrid-Barça -contestó rabiosa.
            - A algunos hombres les apasiona más el balompié que una mujer, cuestión de prioridades -le respondí con ironía y ella estalló a continuación.
             - ¡Estoy harta! Los fines de semana siempre me pone excusas y se va con los amigos.
               Yo me callé y me la eché al bolsillo, es tonta sin remedio, dije entre mí. Sin dejar el tema continué:
                 - En mi vida he cogido el teléfono para llamar a un hombre, ni siquiera con una buena excusa -apostillé con calma. 
                 - Mamá, me estás hablando de la prehistoria, las cosas han cambiado y eso ahora da igual.
                Con parsimonia le hice reflexionar, pues de eso se trataba.
                  - Nunca me molesté en llamar a ninguno, ni a pedir números de teléfonos, ni a incomodar a deshora. Tampoco sufrí ni padecí por ninguno de ellos; si no me llamaban tampoco perdía el tiempo. Si tu adorador prefiere salir con los amigos, está claro que tú no le interesas demasiado. No os entiendo a las jóvenes de hoy en día. Cuando yo tenía tu edad quedaba con mis amigas y nos contábamos fascinadas y enamoradas nuestros primeros encuentros, las citas con nuestros galanes; eran hombres que nos hacían soñar, que nos ponían el mundo a los pies. Por el contrario, tú y tus amigas habláis únicamente de las putadas que os hacen y encima volvéis a quedar con ellos para que os sigan toreando. No lo entiendo. Y te digo en serio: un capullo nunca te sorprenderá, más bien te dejará amarga. Un hombre es otra cosa, al menos en mi escala de valores.
                  Sabía que mi discurso le estaba dañando y que iba a saltar. Con el rostro crispado y una mirada iracunda, me respondió:
                 - No te gustan mis amigos ni mis novietes, no hago nada bien, siempre estás tras mis pasos. Este chico me gusta, me llama con frecuencia, viene a buscarme y me llena, estoy bien con él, me divierte. Lo que pasa es que los amigos le tiran muchísimo, le pueden. Inmadurez.
                  Sin inmutarme seguí a lo mío:
                  -No estoy tras tus pasos, más bien me preocupas. Tus amigos ni me gustan ni me disgustan. ¿Acaso crees que me gustan los maridos de tus hermanas? Hombres que apestan a colonia, con un abdomen a cuadros y una cabeza exenta de contenido. Es lo que hay, lo admito. También admito que cualquier día de estos vendrá alguna de ellas a contarme que se separa. Pero ellos en su día las enamoraron, yo las veía felices, radiantes... Pero a ti te veo amargada y te rodeas de... no sé. ¿Tan mal está el panorama? En cuestión de hombres hay que saberse rodear de los que dan la talla. No sólo en lo sentimental, también en cuestión de amigos, incluso en el plano laboral. ¿Y tú...? No sé... es gente mediocre  con la que tratas. Un mediocre no aporta nada, es una carga, no toma iniciativas, no es divertido, no tiene personalidad, no es generoso...¿Qué ves en un tipo ramplón? Es cierto que abundan, pero ellos solos se apartan cuando se dan cuenta de que no están a tu altura. Y es que en el fondo son tipos acomplejados, afeminados, infantiles, donjuanes inmaduros que no se atreven con una mujer que les supera.
                 Al oír mis palabras y el énfasis que puse en lo de amargada, se hundió en el sillón. Yo me senté frente a ella y escuché sus quejas, se retorcía de rabia
              - ¡No hago nada bien y me rodeo de lo peor!  Me aburres con tus sermones rancios y desfasados, mamá. El romanticismo no se lleva, la vida hoy en día es otra cosa. ¡Tú y tus ñoñas historias de amor! Respeta mi vida, mis elecciones. No me pongas en el camino a los hijitos de tus amigas para no extraviarme. ¡Quiero ser libre, elegir mi destino! Quiero aprender de mis fracasos.
           La interrumpí, era el momento de estrellarla contra la realidad, noté que la soberbia se apoderaba de mí y le dije altiva:
              - Sí, yo y mis rancios sermones, mis ñoñas historias de amor. Pues sepas que el día que un hombre te diga que te quiere y que lo único que desea es estar a tu lado, que se conforma sólo con eso, ese día serás una mujer completa. Y tal vez te lo diga con deseo, llorando, suplicando, temblando; pero te lo dirá exento de orgullo, desesperado porque no está dispuesto a perderte. Pues ese día té habrás realizado como mujer, te sentirás en plenitud. ¿Y sabes otra cosa? Una mujer no debería morirse sin vivir una situación como la que te cuento, que es la de sentirse amada, deseada: ver a un hombre encendido de amor por ella. Y está encendido porque tú le has hecho vibrar, ¿entiendes? Muchas y muchos se van de este mundo sin vivir un momento así, por eso hay tanta y tanto amargado circulando por ahí, gente resentida. Hay una cosa llamada pasión y hay que vivirla, vivirla en plenitud. Y desde luego, está claro que ese momento de gloria no te lo dará un hombre que prefiere el fútbol y los amigotes a estar contigo, más, en los comienzos de una relación. Yo sólo aspiro y deseo para ti un hombre que te quiera, hija mía.
             Se levantó del sillón como un rayo y me soltó con rabia:
            - ¡Eres una tocapelotas!
 Estaba ya para salir como una bala del salón cuando oyó mis palabras:
              - ¡Por cierto....!
             Siempre que las pronuncio cunde el pánico, el espanto, tiemblan los pilares de mi casa; estas palabras anuncian un cataclismo y lo saben. Paralizada frente a la puerta y de espaldas, escuchó mi pregunta:
               - ¿Le has preguntado a tu adorador si está casado?
              Se volvió encendida de rabia y me espetó:
               - ¿Has investigado su vida, te has molestado en indagar sobre él?
                Le respondí con flema:
               - No, no es necesario molestarse en ello. Es cuestión de sentido común. Sólo queda contigo en días laborables y horas de oficina: cañas, tapas, café y algún gintonic suelto... Un hombre en condiciones, un conquistador nato, se estrena por todo lo alto y te invita a cenar. Si tu galán te da puerta los fines de semana, es por algo... Si no está casado... puede que tenga otra más formal para los fines de semana. Como puedes comprobar soy una romántica con los pies en la tierra, estoy en la realidad. Hay una cosa llamada sentido común y a ti te falta, por eso me preocupas tanto, hija mía. No sufras ni pierdas el tiempo por un tipo así de simple, raquítico.
                - Eres cruel. No sé cómo te aguanta papá, por tu posición, supongo.
                Me levanté y con cinismo le respondí:
               - Me aguanta porque está enamorado de mí; condición indispensable para aguantarme, desde luego. Tienes razón. Sólo él me entiende, comprende y me da cuanto necesito; pero para que eso sea así cultivo mi carácter, que por cierto es lo que más le subyuga: conmigo se muere de miedo y cuando no, de risa. Lo mismo segrega endorfinas que suelta adrenalina, ya ves...
                 Lo que debía haber sido una conversación de madre a hija acabó en una conversación de mujer a mujer: mal hecho por mi parte. Sí, perdí los papeles y terminó todo en una escena digna de una película de Almodóvar; una de esas escenas de mujeres que el cineasta monta tan bien. Ahora nos hemos convertido, mi hija y yo, en antagonistas y como sé que el sentido común no le funciona, se vengará de mí. Ahora me toca esperar que se ponga a salir con un extracomunitario o como poco con un perroflauta. Pero quizá tenga razón ella y sea mejor que aprenda de sus propios fracasos. Pero se está metiendo en años y sigue siendo un pendón desorejado, me da miedo dejarla a su suerte.
              Le comenté a mi marido el episodio y sacudió la cabeza preocupado. Él me da la razón pero me critica el método, me dice que me sale el ramalazo de aristocrática soberbia cuando no consigo lo que quiero.
             -   Kiketa, eres aristócrata en el sentido etimológico de la palabra, la mejor; sabes ser muy persuasiva y te funciona casi siempre, pero cuando te falla se te saltan los parámetros. A mí no me quedó otro remedio y tuve que ser fulminante en mi conquista, me la jugué contigo y tienes razón en cuanto dices. Como volabas y vuelas, decidí agarrarte del tobillo en pleno despegue: no estaba dispuesto a perderte. No tenía nada que perder y todo a ganar, estaba loco por ti y aún me dura. Pero nuestra hija tiene otra visión de las cosas y por mucho que te empeñes... Hablaré con ella y le centraré las ideas, al menos por una temporada. Con esta pequeña nuestra nos toca aprender y hacerla fuerte para que afronte los golpes de la vida. Nuestro gran error con ella... ha sido solucionarle todo. 
              Este fue el discurso de mi marido y tiene razón, sé que le pondrá las pilas a nuestra hija: algo que hace divinamente, con elegancia, como a mí me gusta. De vez en cuando también me las pone a mí y lo hace tan bien, que me deja como una gata muerta...




lunes, 16 de enero de 2017

En la trasnochada 
María Jesús Mayoral Roche 


ALEPO 
  
En Villamayor de Gállego, 16 de enero de 2017 

  En estas últimas fiestas navideñas de tanto fasto y consumo, viendo las noticias y los anuncios que nos regala la televisión, saltó una imagen que me hizo bajar la cabeza y contener las lágrimas: el Zoco de Alepo en ruinas, un zoco declarado Patrimonio de la Humanidad. Pero en estos momentos eso es lo de menos, lo que importa es el sufrimiento y el desastre de una guerra que parece no tener fin.
    En el 2003 estuve en Siria con un grupo del Instituto de Idiomas, me pareció un país fascinante, más, cuando te sumerges en su vida cotidiana. En el hamman, en la calle y el hotel, saltaba a la vista que por la indumentaria yo era turista; pero hombres y mujeres me miraban con extrañeza y me preguntaban si tenía algún vínculo familiar sirio. En una hamburguesería un chaval me miraba dudando y no cesaba de preguntar con insistencia mi procedencia, le costaba creer que no fuera de la zona. Estuve por sacarle el pasaporte, pero consideré que no era oportuno y además no lo llevaba a mano, lo tenía a buen recaudo. En el hotel, de todo el grupo, siempre se dirigían a mí para recomendarnos que debíamos ir a Alepo en un pullman especial y no en un autobús de línea; lo hacían con respeto y yo me sentía en mi medio, confiada en un país en el que no te podías relajar. No por su gente sino por las circunstancias que estaban viviendo, recordemos que en el 2003 Siria estaba en el punto de mira. 
    Seguimos la recomendación del botones del hotel y tomamos el pullman para ir a Alepo. La estación era un caos de gritos, abrir bolsas y maletas y de enseñar la documentación, los mismos sirios debía presentarla y registrarse antes de subir al autobús. Llegamos a Alepo sin novedad. Lo del alojamiento fue tenebroso, un hostal vacío cubierto de mugre, parecía abandonado desde hacía tiempo; pero dada la hora no se podía hacer otra cosa: mañana será otro día, nos dijimos. El grupo era impar y alguien debía dormir en una habitación individual, cuál sería el panorama del hotel y su personal para quedarnos mudos, nadie estaba por la labor cuando se pidió un voluntario. Visto lo visto y yo, que era lo más parecido a una lugareña, me brindé a coger la habitación individual. Respiraron hondo cuando di un paso adelante. Mis compañeros estaban por hacer alguna guardia nocturna y me recomendaron que dejara alguna luz encendida, que cerrara la puerta y pusiera una silla, en fin... Os podéis hacer una idea de dónde nos habíamos metido. Les dije que no era necesario dar vueltas por el pasillo en mitad de la noche, que si pasaba pasaba algo me dejaría oír y me eché a reír. Dormí sin necesidad de dejar un ojo abierto, la verdad. 
     A la mañana siguiente el desayuno fue espectacular, al estilo sirio, por supuesto. Pero los que estábamos allí teníamos un denominador común: el árabe nos va y su cultura también, esto incluye la comida. El precio fue deliberadamente abusivo por parte de los del hostal; pero aún así para nosotros estaba tirado. Ellos nos miraban astutamente y extrañados y a la vez nosotros nos mirábamos con complicidad, como diciendo: estos se piensan que nos vamos a quejar del precio. Cuando accedimos gustosamente a la cantidad exigida, los sirios respiraron hondo como diciendo: han tragado. Por supuesto, además, les dejamos propina: la propina es cuestión de educación en estos países.
     El zoco de Alepo nos esperaba, sumergirse en él era como entrar en la dimensión de "Aladino y la lámpara maravillosa". Yo, que me despisto con cualquier cosa, de repente, se me llevaron por delante un grupo de mujeres envueltas de negro. Yo las definía como las de la Dolorosa, con esas vestimentas parecían cofrades de un paso de nuestra Semana Santa. Lo peor vino cuando un isocarro, que apenas cabía en el zoco y echando un humo de mil demonios, nos obligó a arrimarnos al puesto correspondiente. En mi caso no tuve más remedio que pegarme a un costillar de carne recubierta de sebo. El isocarro parecía que no iba a terminar nunca de pasar, se me hizo eterno con la peste de aquella carne vieja y grasienta encima. Viendo la escena, mis compañeros se partían de risa. Los hubo con suerte y les tocó la perfumería, las especias o las telas. Pasado el tornado de aquella máquina infernal, entramos en la perfumería a comprar Crema Nívea, nos gustaba la clásica caja de lata con el nombre en árabe. Estuvimos disfrutando de aquel mercado, observando al personal, registrando entre sus productos, comprando. 
     Después tocó ir al hamman, otra experiencia. Yo decidí entrar pero no darme el baño, no me inspiraban confianza las aguas ni la puesta en escena de las mujeres que regentaban el mismo. Mi ojo detectó algún anélido danzar por allí. Por otra parte, supuse que después de un baño y un masaje sería incapaz de subir a la Ciudadela de Alepo. El hamman es además lugar de reunión de las mujeres, allí fuman, beben té o café, cantan, en fin... se desinhiben a su manera. También ofrecían la depilación, unas francesas pidieron ese servicio y con una pasta de azúcar les depilaron las piernas; estaban maravilladas de lo suave que les quedaba la piel. Yo me encontraba allí de lo más relajada, tomando té y fumando, observando exhaustivamente aquel ambiente, abandonándome a los pensamientos hasta que de nuevo volvieron a hacerme la pregunta: ¿De dónde eres? Y de nuevo la extrañeza y las miradas de aquellas mujeres que no me encajaban en España ni en Europa. Lo cierto es que se quedaron poco convencidas y repitieron la pregunta al resto del grupo. A continuación nos dirigimos hacia la Ciudadela, yo estaba en forma después de tanta relajación y del té; pero tras el baño, el resto del grupo iba arrastrado por el cansancio y el calor.
      Y ahora... cuando veo las ruinas del Zoco de Alepo en TV, bajo la cabeza y reprimo las lágrimas. Resulta inevitable que estos recuerdos se me apoderen y me pregunte qué habra sido de toda aquella gente entre la que me sentía tan bien.

lunes, 12 de diciembre de 2016



Mi Paco, Francisco Umbral
María Jesús Mayoral Roche



Nunca he sido seguidora de nadie, quiero decir de gente relevante en  el panorama de las artes o de la farándula. Sin embargo, debo confesar, que hubo un escritor por el que dejaba todo y allá donde él iba, yo me presentaba: mi Paco, Francisco Umbral. Era mi época de tardes en la biblioteca del Ateneo; bien escribiendo o recopilando información. Era mi compañero de trabajo, que por aquel se estaba preparando oposiciones, sentado no muy lejos de mí, Jose, el que venía a decirme sigilosamente: está Umbral en el Palace, está Umbral en la Fnac, está Umbral en el Thyssen... Y yo abandonaba todo, y Jose me seguía: para él cualquier excusa era buena para abandonar el tedio del opositor. 
         De siempre había sido admiradora de Umbral, desde los tiempos en que Paco iba a comprar el pan y escribía en El País; más tarde se pasaría a El Mundo. Y es que a Paco le gustaba el dinero y el dinero no era cuestión de ideología, por eso se fue de El País. Yo siempre que cogía El Mundo lo empezaba por el final, por la columna de Paco. Su acidez, su mordacidad y su mala leche me arrancaba la sonrisa y a veces la carcajada. En aquellas líneas, el subconsciente de Paco se desataba en tinta, le costaba poco escribirlas porque para él era como pensar en voz alta. Echo de menos al Umbral articulista, nadie lo ha reemplazado, al menos en mi caso su vacío no lo ha llenado nadie. Pero hay una afición que tenía Umbral y que se ha perdido, quizá algunos la desconozcan y otros la hayan olvidado. Umbral era inventor de palabras, amaba la lengua viva y además las recopilaba en diccionarios célebres como su Diccionario Cheli, castizo él a la hora de expresarse así como extravagante en sus declaraciones; a veces se desbordaba verbalmente, pero que nadie se engañe pensando que era un hombre primario a la hora de dar respuestas. Umbral era muy cerebral y teatralmente excéntrico, quiero decir que se lo hacía. Quizá estos dos rasgos de su carácter no gusten, de hecho no era un personaje amable de cara al público. Pero la frialdad suele esconder fuego, pasión y a veces debilidad, sensibilidad. Y esa puesta en escena era ficción, no olvidemos que había mamado mucho de Quevedo, de Larra y de Valle-Inclán. Tres elementos que se las traían literariamente, rebeldes, extravagantes, resentidos, excéntricos, presumidos, exagerados, mordaces... y para ellos era fácil hacer de la palabra un dardo. Y esa frialdad de Umbral era la forma de marcar la distancia, una barrera protectora para no ser agredido por la zafiedad de la incultura. De hecho los periodistas le temían. Recuerdo que los del equipo de Caiga quien Caiga lo abordaron en una ocasión y no se fueron de vacío, apenas les dio explicaciones y se los quito de en medio lanzándoles un zarpazo indiferente. 

         Yo seguía a Paco, y en una ocasión hasta pude hablar con él y con su mujer, España, así se llamaba. No deja de ser pintoresco este nombre y más cuando él le decía: España, ¡vámonos! Francisco y España, eran una pareja perfecta; ella me impresionó y se notaba la admiración que sentía por él. Pero la tarde más memorable y en la que más me reí, fue en la presentación de un libro en la Fnac que había escrito y dedicado a su obra un periodista de El País. Paco, que era vanidoso en extremo, se desató; por supuesto luciendo su bufanda roja y portando un gin-tonic en mano. Y es que cuando a Umbral le dejaban espacio se lucía, se sentía en su medio y si además el público era joven, se desmarcaba por completo. Tras las alabanzas a Umbral y a su obra, Paco tomó la palabra y cada vez que sacaba un papel doblado del bolsillo, así como haciendo magia, la cosa se ponía interesante. Con su característica voz engolada dijo, mejor dicho, se definió como inventor de palabras y refranes; la emprendió con los políticos, con las ideologías, con los homosexuales, con los cabrones, con los cornudos, con las putas, con las castas y con el sexo en general... Hubo para todos y nos reímos... Estuvo brutal y serio, sin mover un músculo de la cara, tan sólo al final, en la comisura de los labios y en la mirada de soslayo, que escondía los gruesos cristales de sus gafas, podía adivinarse que estaba disfrutando. Y dio en el clavo en todo, con cinismo; siempre he pensado que para ser cínico hay que tener clase. Y lo que más adoraba de mi Paco, además de su brutal sinceridad era su seriedad, hasta bromeando era serio. Era un escritor con  muchos registros, un hombre con muchas caras y para él no era lo mismo la presentación de una de sus novelas en el Palace, que la presentación del libro de un amigo en la Fnac. Su estilismo también cambiaba, para el Palace se ponía dandi, luciendo chaleco de gala pero discreto; en la Fnac se decantaba por un estilismo bohemio, chaqueta sport y su característica bufanda roja.
         Muchos han calificado y lo tienen a Umbral en la lista de maleducados.  Quizá fuera maleducado pero no era un patán, era un hombre elegante, sincero, serio y literariamente daba la talla sobradamente. No soy indulgente con esa sincera brutalidad o sinceridad característica de Umbral; perdono todo cuando me venden ideas o pensamientos de los que me aprovecho y me sirven en la vida. Por otra parte prefiero la brutalidad de la verdad, de la realidad, a la falsa apariencia de las exquisitas formas que no aportan nada, se repiten o se diluyen para no comprometerse. Llegados a este punto hay que resaltar su pasado, su nacimiento: fue hijo de madre soltera y esto marcó su vida. Pienso que la fría relación con su madre, empeñada en esconderlo, en apartarlo de su vida, le predispuso a una cierta misoginia o tal vez mucha misoginia. Lo que más valoraba Paco de las mujeres era su dotación de la madre naturaleza, de hecho se deshacía en elogios a la hora de hablar de los atributos de las señoras, le gustaban las mujeres deshinibidas; sin embargo pocas veces les dedicó elogios en el plano cultural: Paco pertenecía a un mundo de hombres escritores, tendencia social de su generación.
         Hay otro hecho que marcó su vida y su obra: la muerte de su hijo. De esta tragedia nació Mortal y Rosa, o lo que yo llamo la inmortalidad lírica de su prosa a base de dolor, una bellísima elegía en la que Umbral canaliza toda su amargura y da lo mejor de sí mismo. No, no tuvo una vida fácil y no nos puede sorprender que su frustración explotara de alguna manera a lo largo de su obra, porque Umbral era un gran creador y un erudito. Todo este sobrepeso existencial le confirió un carácter particular: necesitaba demostrar que era el mejor, destacar que él había salido de la nada, que se había hecho a sí mismo. Quizá por este motivo se erigió en un antagonista allá donde iba, crear controversia en cuanto escribía era lo suyo; pero hay que reconocer que fue un personaje mediático en el panorama social y cultural. Y Esto también le pasó factura: no obtuvo el debido reconocimiento, nunca obtuvo sillón en la RAE y se lo merecía más que otros, los premios siempre le llegaron tarde y muchos reconocimientos se quedaron por el camino. En sus últimos tiempos tuvo problemas incluso para publicar porque no daba el número de ventas que le exigían, no es que Umbral entrara en decadencia o que hubiese perdido lucidez: el problema era y es que la literatura empezaba a no vender, sencillamente.
 Sus últimas columnas en El Mundo, Paco dejaba entrever su final, su muerte, la visión de moscas negras... A veces volvía la luz de la mejoría y con ella el esfuerzo de estar al pie del cañón hasta el final.
 Un escritor se debe al tiempo que le toca vivir, dejar constancia con su obra de esa época. Y es una lástima que Umbral no esté viviendo esta etapa política, porque se le ocurrirían palabras y le darían igual las críticas. 
 Y yo por mi parte, esa parte de Azulenca que me brota cuando veo el telediario, también se me ocurren algunas palabras... Viendo la talla política que hemos alcanzado, tendríamos que hablar de nanocracia, cleptocracia, siniestracracia, micropoliticos, megacacos, discurseemos, podeirritemos, Sorayaplus, Lola  I +D, Montorete y Guindillete, Cataluñaburgo, ciudananos, presialdente, trampantoja, duques y empalmes, barcenotesorero, gibarinación, animalicidas, okupadores, deshauciadores, socialdestro, nenacarmena...
         La Navidad está a la vuelta de la esquina y a los que os guste leer, os recomendaría que rescataseis alguna novela de Umbral para leer en estos días. De paso, aprovecho la ocasión para desearos Felices Fiestas y desearos lo mejor para el 2017.

lunes, 7 de noviembre de 2016



CRÓNICA CUARTELERA
Por Azulenca
        
         
     Bueno, Ángel ferrer, te dedico mi crónica, va por ti.

     Mariano es genial. Ha sido cuestión de atrincherarse y no hacer, un Ghandi modorro a la gallega en toda regla. Y luego, el otro, Pedro del PSOE, que le ha hecho el resto de la faena deshaciéndolo todo: no ha necesitado a nadie. ¡Me encantó el motín de Ferraz! Aquel fin de semana fue la sede del PSOE una especie de Hostal Royal Manzanares, entre vecinos, inmobiliarias, repartidores de pizza y los del "no".
         En fin... vamos a dar un repaso a los "ministros marianos". Para empezar, mucha Lola en esta legislatura: Dolores y Dolors, la una en Defensa y la otra en Sanidad. Da juego el nombre... El General está despachando con Dolores... Dolors en sanidad, va a ser un estigma en el ministerio.
         Pues no veo yo a Cospedal mujer Ejército ni OTAN, ni NATO ni ná; sino más bien de nata y fresa. La veo en diferido, de jarrón chino en un cuartel; si al menos fuera un macetero de cerámica de Talavera. Desde luego y por descontado, valor se le supone a esta mujer, más que nada por coger una cartera con la que no puede. Pero si la Chacón pudo con el embarazo y la cartera, Lola podrá también. La socialista salió ilesa porque hizo como que hacía algo sin hacer nada, cuando no conoces el medio es lo mejor. Defensa va a tener una ministra con teja y mantilla junto a la Bandera, estrellando botellas en los barcos de la Armada y subiéndose a un caza vestida de aviadora y lo hará divinamente: Barbie Defensa, que para eso fue Miss Feria de Albacete y ahora ministra. Y ahora que doña Leticia ha desterrado la teja y la mantilla para los actos militares, no por modernizar nada sino porque no se ve favorecida con el estilismo a lo Julio Romero, pues eso, estará bien que la rescate Dolores. Estoy curiosa... qué Madelman te adjudicarás, Lola, para que te lleve el donuts y la cartera. Sin problema, como la vedette, ya sabes.... ¡A mí La Legión! Y te acudirán unos cuantos.
         Y eso del estilismo está muy bien, pero el porte... Ese porte en tu toma de posesión, Dolores, ese paso zigzagueante, ese aire poco marcial al pasar revista... ese tímido saludo a la bandera. Hay que pisar fuerte, segura, sentir los acordes del Himno, saludar reverencialmente a la Bandera. Y eso... es más sentimiento que otra cosa. De paso, Lola, te daré unos consejos: atesora información y no la compartas y recuerda que el mayor peligro y las mayores catástrofes vienen siempre por la retaguardia. Y luego, muy importante, hay que entrar en dinámica del Ministerio y tener mentalidad Ejército, eso es fundamental, imprescindible; eso sí, sin llegar a ser cuartelera.
         ¡Atentos a la jugada! Duelo de muñecas: Barbie y Barriguitas. Dama negra, Sor Aya, contra dama blanca Lola de La Mancha. La eterna embarazada, Sor Aya, se quita de dar la cara los viernes, se adjudica la Vicepresidencia y se queda con todo el poder incluido el CNI; revestida de poderes, le da Defensa a Cospedal, Ministerio que más juego da a la hora de quemar un ministro, con el tiempo le quitará la secretaria del partido, lo demás será coser y cantar... Ya se lo hicieron a Bono y la historia tiende a repetirse con los que fueron Presidentes de Castilla-La Mancha. Lola tiene dos posibilidades: pasar desapercibida y no hacer nada o ser muy inteligente para impulsarse en su carrera. Veremos... Entramos en una fase interesante
         Me encanta la pareja Mariano y Sor Aya... Yogui y Bubu. Qué modelito el de la Vice para su toma de posesión, vestidito y estilismo Mariquita Pérez, perfecta, impecable hasta en su gracia y donaire a la hora del posado. ¡Me encanta la "Minivice"! Nos va a dar una emoción... Me preocupa... Qué harán con el cojín de Sor Aya, ese que se ponía para alzarse y dar el parte semanal del Consejo de Ministros. Te echaré de menos, Sor Aya. El nuevo portavoz, Méndez de Vigo, parece salido de una pintura flamenca; es también el clásico hombre anuncio del Danacol.
         El que me gusta es el Ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, así con ese aire afrancesado de enarca emparentado con la rancia aristocracia: tipo Villepin cuando no peinaba canas. Otro nuevo es el Ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso María Dastis, risueño casi siempre, de bigote picardioso; así como de vendedor de seguros de enfermedad o de planes de pensiones. A ver, lo mismo recuperamos el Peñón, este ministro tiene aire de pillín. Y luego siguen los de siempre, los incombustibles: el elfo económico Montoro y el del tractor amarillo, de Guindos. Esta pareja de dúo sacapuntas nos la va a jugar con más impuestos, que pagamos poco. Fátima sigue con el trabajo de restar parados a bajo precio y Tejerina, la eterna espigadora con su esportilla. Pues eso, a ver cómo va en general toda esta cuadrilla.
         Y qué decir de la madrina de boda del Congreso, Ana Pastor, la de perfil aquilino. De dónde habrá sacado esta mujer todo ese guardarropa, todo ese repertorio de trajes, para presidir la Cámara, la veo, no sé... vestida de esa guisa, parece que va a echar a repartir confites y peladillas de un momento a otro por los escaños. No estaría mal que los aventara desde la tribuna, como en las bodas, así despertaría a más de alguno.