jueves, 6 de diciembre de 2012


MIÉRCOLES DE CINE
Por María Jesús Mayoral Roche



Género: Drama .
Director: Costa Gavras
Intérpretes: Céline Sallette, Gabriel Byrne, Gad Elmaleh, Hippolyte Girardot, Katharine Bennett-Fox y Liya Kebede.
Nacionalidad y año de producción: Francia, 2012
Duración: 90 min.
Fecha de estreno: 30 / 11 / 2012.
Productora: Centre national de la Cinématographie, France 2 (FR 2).
Guionista: Gabriel Byrne.
Fotografía. Eric Gautier.
Distribuidora: Emon Films.
El miércoles al cine, El Capital. El Capital o cómo entender la crisis financiera que estamos viviendo actualmente. Costa Gavras está en el mundo real y lo cuenta para que lo podamos entender los profanos en esta materia. Este director greco-francés, nos expone en forma de cuento la tragedia que estamos viviendo: el dinero es lo único que importa y los poderosos quieren acapararlo cada vez más, no se sacian con nada. No importan los sacrificios humanos que haya que hacer, lo único importante es que suban las acciones en bolsa.
La primera escena de la película me pareció genial y el resto de la trama se mantiene de principio a fin, sin perder el interés en ningún momento. Esta película, basada en la novela de Stéphane Osmond, contiene todos los ingredientes corruptos que dominan en la sociedad actual del gran mundo de las finanzas. El mundo de los bancos me ha parecido siempre aburrido, es como una sopa de números espesa de indigerible. Gavras no pasa por alto ningún detalle, decir que para haberla dirigido un director experto en la denuncia social, resulta un tanto agridulce. Todos conocemos el pasado comprometido de este director, recordaré algunas de sus películas con más éxito: “Estado de Sitio”, “La Confesión” y “Desaparecido (Missing)”. Los tiempos cambian y todo evoluciona, Gavras no se escapa del efecto tiempos modernos, quiero decir que su exposición es mucho más burguesa. Quizá podría haber escogido el mismo tema pero desde otro punto de vista, el de los pobres; pero él ha optado por mostrar el de los ricos. Pero esto, ya digo, es consecuencia de la evolución: el público actual, quizá, no sería capaz de reaccionar ante una trama más compleja, más comprometida y más inflexible.
El protagonista, Gad Emaleh, sabe desenvolverse magníficamente en el papel de un hombre que sale de la nada –un paleto prácticamente- para convertirse en el presidente de un gran banco francés, no importa lo que haya que hacer para mantener el puesto, todo tiene un precio y hay que pagarlo, cobrárselo como sea. Si el principio de la película me pareció genial, el final no es menos apoteósico.

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