viernes, 7 de diciembre de 2012


POSTALES  CON  RECUERDOS
Por María Jesús Mayoral Roche

Positano


Hoy he bajado a la playa, el paisaje era desolador; sin embargo en esa desolación mi mente y mi cuerpo se relajaban. Un cielo plomizo y un mar encrespado parecían aliarse contra las arenas húmedas y solitarias. En esa lucha de la naturaleza contemplaba mi propia lucha bebiéndome con ganas el sorbo que me brindaba la vida, despojándome de todo lo que soy y descubriendo el yo absoluto que me devolvía al mundo creativo, preparando así un subconsciente sereno y dispuesto a estrellarse contra la página en blanco.
¡Piove! Me estaba mojando, una lluvia cálida y molesta me acompañaba en mi solitario paseo por una playa desierta. Sentada en la arena con la vista fija en un horizonte metálico mi mente se liberaba, volaba, mientras mi cuerpo disfrutaba de un temporal deplorable que me hacía feliz, completamente feliz. Sigue lloviendo y la cúpula de mayólica de la Iglesia de Santa María está brillante, sus vivos colores resaltan entre la intensidad de un sol enterrado por las nubes. Así me siento yo en estos momentos: aplacada y detenida por un tiempo que he decidido parar.
Este temporal me obliga a posponer mi viaje. No importa, este balconaje de casas escalonadas y desiguales que se abre al mar desata la proyección de mis ansias de soledad, esa soledad voluntaria que tanto me gusta disfrutar. Desde esta ventana contemplo un piélago embravecido levantando olas fantasmagóricas, que incansables y furibundas se estrellan contra la costa. El espectáculo que me ofrece el mar en este rincón de la Costa Amalfitana me parece indescriptible.

Fragmento de mi libro "Cuore Ingrato" (Sin publicar).

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