miércoles, 12 de junio de 2013


CINCO NARCISOS FRESCOS

Fidel Alejo

(Continuación)
 
Fragmento de Cinco Narcisos Frescos de Fidel A. Puig. Novela que transcurre durante la Revolución Rusa de 1917 y la ejecución de la familia del zar Romanov, incluyendo al legendario Rasputín. Ya, en el periodo de la Unión Soviética, surgió un bulo contrario a la versión oficial que aseguraba que no toda la familia había sido ejecutada, e incluso que habían llegado a España tras pasar por muchas vicisitudes, llegando a visitar incluso el Maestrazgo y Zaragoza. Os dejo el enlace donde podréis encontrar esta interesante novela. http://www.finisterraediciones.com/cinco-narcisos-frescos.html
 

Fotografía.- María José Caballero.

      Ya en el tren larguísimo, tras un fuerte ascenso con más de sesenta vagones, se entraba en un gran túnel que para tranquilidad de los viajeros, a la entrada y salida, estaba custodiado por tropas militares; venía un valle, y luego ya las montañas de los Za-Carpatos. Allí bajaron viajeros y subieron otros, y cuál fue mi sorpresa que vi subir a una madre con su hijo, y su rostro enseguida me hizo recordar mi juventud. iEs ella! iGala!, mi primer amor, aunque nunca fui correspondido, más bien despreciado; y recordé la época de mis viajes a la ciudad para sacar mi título de técnico periodístico, ella sacaba el título de planificación. Nos veíamos a la salida de las clases, y poco a poco aumentamos la amistad. El tren seguía subiendo de nuevo la montaña para dejar el valle y entronizarse en otro nuevo túnel, y es cuando recordé aquella semana tan fría de diciembre de 1.980. Nevó muchísimo, las temperaturas bajaron a -25 grados Centígrados. No me podía ir a casa y Ga la me llevó, con el permiso de sus padres a pasar allí la noche, y así al otro día, si ya habían limpiado los ferrocarriles, podría regresar a Borisbol. En la velada, su padre Pietor, me contó anécdotas sobre la época de la pasada II Guerra Mundial, y también me habló de algo que nunca había comentado él, me dijo:
- Cobro una buena jubilación y tengo privilegios de cuando la II Guerra Mundial y (se levantó y buscó entre sus documentos en su armario, un cuadernito manuscrito), mira, es de un periodista, me lo dejó un momento antes de morir. Hay cosas escritas de la época del zar Nicolás II, su familia y un monje. Pero lo que cuenta es distinto a lo que siempre nos han contado y por eso no lo he dicho a nadie.
-Trae (dijo su esposa Simonenca) siempre con tus asuntos misteriosos, ojalá no lo hubieses traído de la casa de campo...Por favor Alexo, olvida esta conversación, si lo supiera la KGB, tendríamos problemas.
-Puede estar tranquila, nada diré.
Aquella noche pensé mucho en aquel diálogo. Al otro día, Gala desde el balcón me enseñó el paisaje, tras frotar los helados cristales para poder ver, pues estaban ramificados y escarchados sobremanera.
-Ves- dijo Gala- tras el lago, y aquel bosque de coníferas y ese otro de abedules, allí está la casa de campo que ayer mi madre nombró, y que guardaba sus papeles de guerra...
- ¡Claro! –recordé la lápida, ya sé. Esas siglas y esas flores grabadas. Por eso no lo podía relacionar.
Al salir del túnel, se lanzaba el tren con más velocidad, pues iba bajando y dejando atrás las grandes montañas redondeadas, hacía sopor, era aquel año un verano caluroso. Los campos a lo lejos amarilleaban, no en balde le dicen a Ucrania el granero de Europa, campos y campos enormes. La distancia a la ciudad era todavía de quinientos kilómetros y decidí hacerme el encontradizo con Gala. Pues así le solicitaría poder ir a su casa y ojear aquel pequeño cuaderno .
- ¡Hola! nos conocemos. Galina ¿no?
- Alexo, ¿Tú aquí?
- Sí, regreso de vacaciones, he estado en la zona de los Balnearios.
-¡Vaya! yo también... cuánto tiempo... mira mi hijo Fiedorovich, tiene ya 12 años...
-¡Hola guapo! El niño sonrió y siguió jugando con un megaboi).
-Ya veo que estás casada.
-Sí... Y ¿Tú?
-Soy muy bohemio, esto del periodismo. Pero sí, también tengo compañera y dos niñas Julia y Marina, que ahora están en el camarote con sus abuelos. La verdad es...que estoy separado...
-Mi marido está en Kamchatka, es transportista, y por eso hemos pasado las vacaciones solos, aquí en los balnearios de los Za-Carpatos junto a un lindo lago. Allí en Kiev, hace mucho calor y con esta nueva vida capitalista, la ciudad está ya llenándose de polución. ¡Qué tiempos!
- Ahora que dices el lago... recuerdo que tu madre me dijo que teníais una casa no lejos del lago.
-Sí, pero con el cambio de moneda, perdimos mucho dinero guardado y mi padre se vio obligado a vender.
-¿Que tal tus padres?
-Bien, más viejos, ya ves, nosotros ya tenemos 37 años. Vi aquella tumba que me dijo había en Svalaba.
-Oye. ¿Podrías resumirme algo de aquellos apuntes  que tenía tu padre, sobre el último zar?
-¡Va…! Era todo mentira, pero si quieres te cuento algo, esos papeles pararon a la basura. Por cierto los ortodoxos quieren hacer santo al último zar. ¿Y si había algo de cierto? Yo pienso que merecidamente el Santo era el monje.
Y me fue narrando brevemente una historia muy diferente a la que siempre habíamos oído contar.
Luego respetuosamente nos despedimos.
- ¡Adiós!
- ¡Hasta la vista! Al salir ya me verás con las hijas.
Pero ya no nos vimos...

 

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