miércoles, 19 de junio de 2013


La Tormenta

Antonio Jiménez Peña

 


   Sucedió rápidamente y en un plazo de tiempo inferior a una hora, cayó una gran tromba de agua. Era por el mes de agosto  y  descargó una  fuerte tormenta  de  verano  que anunciaba seguramente el final del mismo.
Antolín de Sástago, Blas Becerra y el resto de la cuadrilla esperaban a que la borrasca amainase un poco, refugiados en el portalón de La Posada de la Ánimas.
La calle bajaba como un río, el agua llegaba de bordillo a bordillo, a pocos centímetros de rebasarlos y los sumideros colocados en ella, de trecho en trecho, no daban abasto para tragar tanta.
¡Voy al solar para recoger arcilla! Quiero hacer una charca, una presa con aliviadero—Dijo Antolín.
Y dicho y hecho se marchó al solar, regresando al poco tiempo con una gran bola de tierra arcillosa que transportaba rodándola sobre misma. Mientras tanto el agua transcurría más lentamente y ya había bajado su nivel, casi, al vértice de la uve que formaban las caídas de los dos lados de la calle, en el centro de la misma. Era  el  momento  idóneo  para  hacer  la  presa y así  lo entendió nuestro joven ingeniero que  la inició  por el centro, por el rebosadero, construyendo una graciosa rampa por la que se deslizaría el agua embalsada que en esos momentos se escapaba por ambos lados del mismo.
Una vez hecho esto fue ganando terreno hacia los bordillos y como gastaba mucha arcilla, los demás le iban dando bolas de tierra  amasada  que  él  colocaba,  con  mucha  rapidez  y destreza.
Cuando dejó de escaparse el agua por los lados comenzó a funcionar el aliviadero. Estaban encantados con la lámina de agua que bajaba y con la gran cantidad  almacenada.
Antolín construyó una presa por gravedad o de tierra,  como dicen los Ingenieros de Caminos.
Y estando todos absortos en su contemplación, se escuchó el grito agudo de una mujer. Era la madre de Antolín que le llamaba, con mucha urgencia, para hacer unos recados.
La  contrariedad  y  el  disgusto  que  cau a  nuestro ingeniero esta noticia le llevaron a actuar, de manera poco conveniente con el resto de la cuadrilla, diciendo:
¡Yo que lo he hecho, me aprovecho! —Y al mismo tiempo, iba deshaciendo con rapidez y nerviosismo, la obra  hidráulica. Eran niños, pero a mi juicio, Antolín tuvo un comportamiento muy radical e insolidario, con el resto de compañeros.
 En estos últimos días se está hablando mucho,  de la posibilidad  de que el  Gobierno  deshaga  el  conjunto  arquitectónico de El Valle de los Caídos, y quisiera hacer unas cuantas reflexiones sobre este tema:
La obra fue ejecutada por muchos prisioneros del bando que defendió la República; que no  republicanos. Fueron hechos presos por los que se levantaron contra ella, que tampoco lo eran.
Pero hubo muchos más españoles trabajando en ella, que no  eran  presos,  que  lo  hicieron  a  cambio  de  una  salario.
El dinero gastado, para hacer la obra, no fue del peculio del Dictador, era de todos los españoles y los muertos que hubo durante  su  construcción  no  son  de  los  que  ahora  quieren deshacerla, también son de todos nosotros.
Hay quien opina que El Valle de los Caídos es un símbolo franquista, prueba de ello es que allí está, aún, la tumba de Franco, y que los caídos son de sus partidarios y no del resto.
Yo no quiero pensar así. Pero sí es cierto, que en un principio, la ultraderecha española se adueñó, indebidamente, de este lugar.
 Eso es lo que no debimos permitir los ciudadanos. Aún recuerdo que en los primeros tiempos de la Transición, se reunían, en aquella explanada y eran tan pocos, que podían ser contados con mucha facilidad. Por no decir con los dedos de una mano, que sería muy exagerado.
Pero no se arregla este asunto haciendo lo que quieren realizar los del otro extremo político: deshacerlo. Este hecho originará el crear un santuario que ayudará a mantener y aumentar a los radicales de la extrema derecha.
Pienso que el lugar debe ser un monumento a “todos los caídos de la Guerra Civil española—El suceso más desgraciado de nuestra historia—. Los restos del Dictador deberían ser entregados a su familia o si lo desean ser trasladado a lugar  pertinente. Y hay que promover el uso del lugar—para todos— ya que entre todos hicimos nuestra historia.
Estaa muy mal repetir lo que Anton y su cuadrilla hicieron con la charca.

 

Vitoria 28 de febrero de 2.011

5 comentarios:

  1. No sé que es peor; si la memoria histórica o el alzheimer político. ¿Recuerdan cuando los talibanes volaron los Budas milenarios?

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  2. El ejemplo de los Budas viene, en este caso, como anillo al dedo. Creo

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  3. Yo tampoco se que es peor si dejarlo o derruirlo.Opino que por la posible rebelion de los ultraderistas, que aunque no lo parezaca los hay y bastantes, voto por dejarlo,ya solo faltaba en este pais que Franco resucitara o se reencarnara.

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  4. Creo más conveniente que se quede como está, porque forma parte de la historia de este país y las próximas generaciones, espero que no lo vean con resentimiento sino como recuerdo de algo que no debe volver a suceder. En todos los países, a mi juicio, cultos han respetado los edificios, monumentos y símbolos de sus antepasados sin tener en cuenta su ideología ni sus creencias ¿Por qué en España solo nos gusta destruir?

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